Según señala el Evangelio de San Mateo, Herodes llamó a los Sumos Sacerdotes para preguntarles en qué sitio exacto iba a nacer el rey de Israel, al que habían anunciado los profetas. Ellos le contestaron: "Tiene que ser en Belén, porque así lo anunció el profeta Miqueas diciendo: "Y tú, Belén, no eres la menor entre las ciudades de Judá, porque de ti saldrá el jefe que será el pastor de mi pueblo de Israel" (Miq. 5, 1).
Entonces Herodes se propuso averiguar exactamente dónde estaba el niño, para después mandar a sus soldados a que lo mataran. Y fingiendo dijo a los Reyes Magos: - "Vayan y averiguen acerca de ese niño, cuando lo encuentren regresan y me lo informan, para ir yo también a adorarlo". Los magos se fueron a Belén guiados por la estrella que se les apareció otra vez, al salir de Jerusalén, y llenos de alegría encontraron al Divino Niño Jesús junto a la Virgen María y San José; lo adoraron y le ofrecieron sus regalos de oro, incienso y mirra. Pero en sueños recibieron el aviso divino de que no volvieran a Jerusalén por lo que regresaron a sus países por otro camino, de forma que el pérfido Herodes se quedó sin saber dónde estaba el recién nacido.
Esto enfureció tanto a Herodes que dió orden de matar a todos los niños menores de dos años en la ciudad de Belen y alrededores. Pero Jesús se salvó porque un angel se le apareció en sueños a José y le advirtió «Levántate, toma contigo al niño y a su madre y huye a Egipto; y quedate allí hasta que yo te diga porque Herodes va a buscar al niño para matarle.» El se levantó, tomó de noche al niño y a su madre, y se retiró a Egipto; y estuvo allí hasta la muerte de Herodes.
Hoy se sabe que Belén no debía tener más de mil habitantes y que a ese número, probablemente, correspondería una población de 20 niños varones. El mismo evangelista San Mateo afirmará que con esta matanza se cumplía lo que había avisado el profeta Jeremías: "Un griterío se oye en Ramá (cerca de Belén), es Raquel (la esposa de Israel) que llora a sus hijos, y no se quiere consolar, porque ya no existen" (Jer. 31, 15).
Aunque la Matanza de los Santos Inocentes debió tener lugar en fechas posteriores al 6 de enero, la Iglesia católica la recuerda el 28 de diciembre, una fecha unida a la Navidad, porque ellos no murieron por Cristo, sino en lugar de Cristo.
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