Jacent Penumbra

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jueves, 29 de agosto de 2019

CONOCIENDO A NUESTROS SANTOS: MARTIRIO DE SAN JUAN BAUTISTA (29 agosto 2019)

   San Juan Bautista es el único santo que es festejado no sólo en su muerte sino también en su nacimiento, al igual que Jesús y su Madre, María. Más aún, esta tradición duplicada se ha mantenido incluso en las últimas reformas conciliares en tiempos de Juan XXIII y Pablo VI. En concreto el martirio se celebraba ya desde el siglo IV de nuestra era. 

   La historia de Israel tenía la experiencia de que todo profeta, que hablaba en nombre de Dios y denunciaba el pecado y la injusticia del pueblo y a sus dirigente, ponía en peligro la propia vida y acababa sellando la palabra con la sangre.

   Juan Bautista, voz profética, llegó a tener una gran autoridad ante sus oyentes y muchos en su pueblo se convertían. Les llegaba muy hondo el mensaje del nuevo profeta: justicia para con los hombres y devoción para con Dios. El programa de Juan era religioso y sin fines políticos, sin embargo, Herodes Antipas, hijo de Herodes el Grande, lo encarcela y lo mata. 
La razón nos la da el historiador judío Flavio Josefo, quien nos dice que Juan Bautista enardecía a mucha gente con su predicación y su estilo personal. Al enterarse Herodes, temió que pudiera organizarse alguna revuelta, como las que surgían entonces de vez en cuando, y le destronasen. Por eso, anticipándose y curándose en salud, mandó detener a Juan, posiblemente en la región de Perea, lo encarceló en Maqueronte, fortaleza situada al Este del mar Muerto, y después lo mandó matar.
La oportunidad de deshacerse de él llegó cuando Herodes ofreció un banquete por su cumpleaños a los principales de Galilea. En la fiesta danzó Salomé, hija de Herodías (mujer con la que convivía Herodes ilícitamente y que odiaba profundamente a Juan). El baile le gustó tanto a Herodes que le prometió a la joven cumplirle cualquier deseo, incluso la mitad de su reino. Por eso ella, a sugerencia de su madre, le pidió: “Quiero que ahora mismo me des, en una bandeja, la cabeza de Juan, el Bautista”. El Evangelio nos dice que el rey “se llenó de tristeza, pero no quiso desairarla a causa del juramento y de los comensales”. Así, ordenó a un guardia que lo decapitara. “Trajo su cabeza en una bandeja, y se la dio a la muchacha, la cual se la dió a su madre. Al enterarse sus discípulos vinieron a recoger el cadáver y le dieron sepultura”.

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