Jacent Penumbra

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domingo, 2 de febrero de 2020

CONOCIENDO A NUESTROS SANTOS: SAN BLAS (3 febrero 2020)

Blas de Sebaste, venerado como San Blas, fue un médico, obispo de Sebaste en Armenia (actual Sivas, Turquía), y mártir cristiano. Hizo vida eremítica en una cueva en el bosque del monte Argeus, que convirtió en su sede episcopal. Fue torturado y ejecutado en la época del emperador romano Licinio, durante las persecuciones a los cristianos de principios del siglo IV. Al principio ejercía la medicina, y aprovechaba la gran influencia que le daba su calidad de excelente médico, para hablarles a sus pacientes en favor de Jesucristo y de su santa religión, y conseguir así muchos adeptos para el cristianismo. Al conocer su gran santidad, el pueblo lo eligió obispo.
Cuando estalló la persecución de Diocleciano, Blas de Sebaste se escondió en una cueva de la montaña, desde donde dirigía y animaba a los cristianos perseguidos, de manera que por la noche bajaba a escondidas a la ciudad a ayudarles y a socorrer y consolar a los que estaban en las cárceles, y a llevarles la Sagrada Eucaristía.
Además, cuenta la tradición que a la cueva donde Blas estaba escondido llegaban las fieras heridas o enfermas y él las curaba. Un día vio que por la cuesta llegaban los cazadores del gobierno y entonces espantó a las fieras para librarlas de ser víctimas de la cacería. Entonces los cazadores, en venganza, se lo llevaron preso. Su llegada a la ciudad fue una verdadera apoteosis pues todas las gentes (incluso las que no pertenecían a nuestra religión), salieron a aclamarlo como un verdadero santo y un gran benefactor y amigo de todos.
El gobernador le ofreció regalos y ventajas temporales si dejaba la religión de Jesucristo y se pasaba a la religión pagana, pero Blas de Sebaste no cedió. Entonces fue brutalmente apaleado desgarrándole con garfios la espalda. Durante todo este feroz martirio, Blas seguía rezando por sus verdugos y por todos los cristianos para que perseveraran en la fe. El gobernador, al ver que el santo no dejaba de proclamar su fe en Dios, decretó que le cortaran la cabeza.
Cuando lo llevaban hacia el sitio de su martirio iba bendiciendo por el camino a la inmensa multitud que lo miraba llena de admiración, y su bendición obtenía la curación de muchos. Entre ellos cuenta la tradición que una pobre mujer que tenía a su hijito agonizando porque se le había atravesado una espina de pescado en la garganta, corrió por donde debía pasar el santo, se arrodilló y le presentó al niño que se ahogaba. San Blas  colocó sus manos sobre la cabeza al niño y rezó por él. Inmediatamente la espina desapareció y el niño recobró su salud. El pueblo lo aclamó entusiasmado. San Blas fue decapitado en el año 316. Cuentan que después de su muerte empezó a obtener muchos milagros de Dios en favor de los que le rezaban, por lo que se hizo tan popular que en sólo Italia llegó a tener 35 templos dedicados a él. Su país, Armenia, se hizo cristiano pocos años después de su martirio.
En la Edad Antigua era invocado como Patrono de los cazadores, y las gentes le tenían gran fe como eficaz protector contra las enfermedades de la garganta. En algunos lugares persiste la costumbre de bendecir a las personas el día 3 de febrero con dos velas con esta fórmula: «Por la intercesión y los méritos de San Blas, obispo y mártir, Dios te libre de los dolores de garganta y de cualquier otro mal»
Oración a San Blas para pedir favores

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