Jacent Penumbra

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jueves, 29 de agosto de 2019

CONOCIENDO A NUESTROS SANTOS: MARTIRIO DE SAN JUAN BAUTISTA (29 agosto 2019)

   San Juan Bautista es el único santo que es festejado no sólo en su muerte sino también en su nacimiento, al igual que Jesús y su Madre, María. Más aún, esta tradición duplicada se ha mantenido incluso en las últimas reformas conciliares en tiempos de Juan XXIII y Pablo VI. En concreto el martirio se celebraba ya desde el siglo IV de nuestra era. 

   La historia de Israel tenía la experiencia de que todo profeta, que hablaba en nombre de Dios y denunciaba el pecado y la injusticia del pueblo y a sus dirigente, ponía en peligro la propia vida y acababa sellando la palabra con la sangre.

   Juan Bautista, voz profética, llegó a tener una gran autoridad ante sus oyentes y muchos en su pueblo se convertían. Les llegaba muy hondo el mensaje del nuevo profeta: justicia para con los hombres y devoción para con Dios. El programa de Juan era religioso y sin fines políticos, sin embargo, Herodes Antipas, hijo de Herodes el Grande, lo encarcela y lo mata. 
La razón nos la da el historiador judío Flavio Josefo, quien nos dice que Juan Bautista enardecía a mucha gente con su predicación y su estilo personal. Al enterarse Herodes, temió que pudiera organizarse alguna revuelta, como las que surgían entonces de vez en cuando, y le destronasen. Por eso, anticipándose y curándose en salud, mandó detener a Juan, posiblemente en la región de Perea, lo encarceló en Maqueronte, fortaleza situada al Este del mar Muerto, y después lo mandó matar.
La oportunidad de deshacerse de él llegó cuando Herodes ofreció un banquete por su cumpleaños a los principales de Galilea. En la fiesta danzó Salomé, hija de Herodías (mujer con la que convivía Herodes ilícitamente y que odiaba profundamente a Juan). El baile le gustó tanto a Herodes que le prometió a la joven cumplirle cualquier deseo, incluso la mitad de su reino. Por eso ella, a sugerencia de su madre, le pidió: “Quiero que ahora mismo me des, en una bandeja, la cabeza de Juan, el Bautista”. El Evangelio nos dice que el rey “se llenó de tristeza, pero no quiso desairarla a causa del juramento y de los comensales”. Así, ordenó a un guardia que lo decapitara. “Trajo su cabeza en una bandeja, y se la dio a la muchacha, la cual se la dió a su madre. Al enterarse sus discípulos vinieron a recoger el cadáver y le dieron sepultura”.

miércoles, 28 de agosto de 2019

CONOCIENDO A NUESTROS SANTOS: SAN AGUSTIN DE HIPONA (28 agosto 2019)

San Agustín nació en el año 354 la ciudad de Tagaste (actual Argelia), en la provincia romana de Numidia, fruto del matrimonio entre Patricio, un hombre pagano de fuerte carácter, y Mónica, una piadosa cristiana que trató durante años de atraer a su hijo a los principios de la doctrina de Jesucristo. La familia disfrutaba de relativas comodidades, razón por la cual el pequeño Agustín pudo disfrutar de una buena educación, la cual vino de la mano de un literattor, y se completaría más tarde con clases de gramática. Después la familia tomó la decisión de trasladarse a la ciudad de Madaura (también en Numidia)

La mala fortuna hizo que su situación económica empeorara en esos años, de manera que tuvieron que retornar a Tagaste cuando Agustín era un adolescente, dedicándose a “disfrutar la vida”, es decir: al ocio puro y duro.
Durante esos años se fragua la actitud hedonista de Agustín, que tanto lo torturará en el futuro. Pero si bien no fue un santo, tampoco fue un hombre malvado como tal.  Confraterniza con compañías extravagantes y disfruta de la popularidad, la atención de los demás y las ventajas de cometer ciertas triquiñuelas… Un joven, ni más ni menos. Por esta razón, al ver la senda en que empieza a adentrarse, sus padres deciden pedir ayuda a un amigo, Romaniano, quien se encarga de costear el traslado del joven a la mítica ciudad de Cartago (Túnez) para que siga estudiando.
Allí, en la ciudad del placer (fama bien ganada de Cartago), Agustín toma lecciones de filosofía y retórica, área esta última en la que destaca gracias a su talento y elocuencia natural. Lamentablemente, el estudio no afecta a su vida disoluta. Acude al teatro, a tabernas, a certámenes de poesía y va saltando de una amante a otra. Vive por y para el placer y en esos años establece una relación de pareja (sin casarse) con una mujer a quien dejará embarazada. De dicha relación, que durará cerca de 14 años, nacerá su hijo Adeodato.
Pese a su predilección por el ocio, Agustín no deja de ser un hombre bendecido con una mente brillante que se siente atraída en esos años por la obra de Cicerón, concretamente Hortensio, aunque las creencias que terminarán por conquistarle serán las maniqueas. El maniqueísmo, fundado por el persa Maní –quien decía ser el último de los profetas enviados por Dios a la tierra–, fue una religión universalista que defendía una visión dual de la existencia: el mundo se encuentra en una continua lucha del bien con el mal, lucha a la que no es ajena la vida humana. Por un lado, el alma representa la luz, el bien; mientras que, por otro lado, el cuerpo, que está sujeto a las pasiones, representa el mal. Para alcanzar la liberación de la primera sobre el segundo, apostaban por diferentes prácticas ascéticas de renuncia a todo lo material, que, por otra parte, tuvieron poco efecto en Agustín. Los maniqueos consideraban que su religión era la creencia definitiva y verdadera, por encima de todas las demás confesiones.
Imbuido por estas ideas, Agustín retorna al hogar materno, lo que crea duros conflictos con su devota madre, quien lo expulsa a él y a su familia. Tiene que ser de nuevo Romaniano quien se haga cargo de él, aceptándolo en su casa y buscándole un empleo como profesor. Sin embargo, esta unión durará poco. Agustín tiene en mente retornar a Cartago a seguir con su vida libre de ataduras y para ello pide dinero para así poder fundar una escuela de retórica en la antigua capital púnica.
En el año 383, tras engañar a su madre, Agustín escapa a Roma, donde cree que podrá empezar una nueva vida. Para ello vuelve a encontrar trabajo como profesor, pero pronto descubre que esa es otra de las facetas de su vida de las que empieza a estar cansado. Es un tema recurrente que se repite una y otra vez: nada parece satisfacerle. Ninguna creencia es capaz de enderezar su vida y darle la estructura y los principios tanto ansía. Se siente terriblemente perdido y culpable, más aún debido al engaño y abandono a su madre. Y para colmo de males enferma gravemente. Siente en su interior que nunca será capaz de encontrar la verdad.
Ya repuesto y con la ayuda del entonces prefecto de Roma, Símaco, logra ser recomendado para un cargo como maestro de retórica en Milán, y puesto que no tiene nada más a lo que agarrarse, se traslada otra vez. Allí, acude su madre, Mónica, y su hermano Navigio, quienes le convencen para que finalice de una vez por todas su relación extramatrimonial, ponga orden en su vida y se busque una buena esposa. Agustín acepta…a su manera: Abandona a la madre de su hijo y se compromete con otra mujer, no sin antes buscarse otro par de amantes.
Harto de no encontrar ninguna filosofía o creencia que dé sentido a su vida, empieza a tontear con el escepticismo, la corriente que dice que el hombre no tiene capacidad para conocer la verdad. Visto lo visto, quizá ese sea el mejor camino para él: dudar de todo.
Y es entonces, cuando menos se lo espera, cuando comienzan a darse las circunstancias para que todo cambie, para el giro radical que hará que su nombre entre en los libros de historia. El primer paso no es otro que el efecto que tienen en su persona los sermones del obispo de Milán, Ambrosio, cuyas palabras van poco a poco haciendo mella en él mientras se acerca al estudio de la filosofía de Plotino. Esta mezcla de cristianismo y neoplatonismo va cobrando forma en su mente, augurando la gran aportación que habrá de hacer a la historia de la filosofía.
Pero aún es pronto. Sus problemas no están en absoluto resueltos y todavía siente vergüenza y frustración por su personalidad débil y pecadora. Su vida sigue sin tener un sentido que la estabilice. Una tarde, mientras pasea por un huerto en plena crisis existencial, asqueado de sí mismo, escucha la voz de un niño que se acerca a él, le entrega una Biblia y le dice: “Lee”.
Tal y como Agustín cuenta en su obra más personal, Confesiones: “Al llegar al final de la página se desvanecieron todas las sombras de duda”. Por fin se siente libre, transformado, lleno de paz. Y comprometido con esa experiencia que atribuye a Dios, abandona, de un plumazo, su vida anterior. Deja a su prometida, a sus amantes y su empleo, y toma la decisión de dedicar por completo su vida a Dios y al estudio de la Biblia. Esto dará una inmensa alegría a su madre, que llevaba 30 años tratando de que viviera según las enseñanzas cristianas.
Toda la familia, así como un pequeño grupo de amigos, se traslada a Casiciaco, en las cercanías de Milán, donde el futuro San Agustín será bautizado por San Ambrosio a la edad de 33 años. En la pequeña población comienza una nueva vida llena de pureza y castidad, dedicando todos sus esfuerzos al estudio de la filosofía cristiana. Será en esta villa en la que escriba alguna de sus primeras obras filosóficas: Contra los académicos, De la vida Feliz, Soliloquios y La inmortalidad del alma.
Al año siguiente muere Mónica, su madre, y Agustín toma la decisión de retornar a su tierra natal junto su amigo Alipio y su hijo Adeodato, para dedicarse en cuerpo y alma a la vida religiosa como tal. Nada más llegar, vende todas sus pertenencias, entrega buena parte de sus ganancias a los pobres, acaba con todas sus deudas y transforma la casa familiar de Tagaste en un monasterio donde, junto a sus discípulos, dedicarse a hacer vida monacal. Sólo permanecerán allí tres años a lo largo de los cuales sufrirá la muerte de su hijo Adeodato, pero sus prácticas se harán famosas en toda la región, hasta el punto de recibir la orden sacerdotal ante la insistencia de sus fieles.
Al año siguiente vuelven a trasladarse, en este caso a la ciudad que quedará para siempre asociada a su nombre: Hipona. Será el obispo de esta ciudad, Valerio, quien apueste por Agustín para fundar un nuevo monasterio. Y se demostró como una gran elección, pues pronto se gana el aprecio de todos por su labor, hasta el punto de ser nombrado sucesor de Valerio por el primado de Cartago en el año 395. A la muerte de su valedor, tomará su puesto como obispo de Hipona y desde su cátedra se dedicará a la misión episcopal hasta el final de sus días.
Ya como obispo de Hipona tuvo un papel muy destacado en los concilios de III de Hipona y III y IV de Cartago, presidiendo alguno de los mismos y alzándose como una de las grandes figuras del cristianismo de su siglo. Y todo ello mientras asiste, día tras día y año tras año, a la caída en barrena del imperio romano, que tras el saqueo de Roma por las tropas del Rey Visigodo Alarico I en el año 410, parecía completamente condenado.
   En 426, nombra a Heraclio como sucesor, con la intención de retirarse al estudio y la oración. Y en el año 430, con Mauritania y Numidia arrasadas, e Hipona sitiada y a punto de caer bajo las garras de Genserico (rey de los vándalos y los alanos), a Agustín de Hipona le llega la muerte a los 75 años de edad, rodeado de amigos y fieles. Pasó sus últimos días confortando a sus conciudadanos ante la probable caída de la ciudad y dirigiendo sus esperanzas al cielo. Un año después Hipona sería incendiada por los bárbaros.

Su relevancia y su legado
   Padre, doctor y santo de la iglesia católica, quien fuera un alma “descarriada” durante buena parte de su existencia, terminaría convirtiéndose en el máximo pensador del cristianismo del primer milenio y uno de los más grandes genios que ha conocido la humanidad. San Agustín hizo el primer esfuerzo importante de fusionar razón y fe, filosofía y religión. En torno a su figura se formó la orden religiosa de los agustinos y dio nombre también a toda una corriente intelectual que influyó decisivamente en los teólogos y filósofos medievales: el agustinismo. Pocos ejemplos hay en la historia que muestren tan a las claras el peso que las creencias pueden llegar a tener en nuestra vida, así como del inmenso poder transformador que tiene la fe.
   San Agustín tiene una personalidad compleja y profunda: es filósofo, teólogo, místico, poeta, orador, polemista, escritor, pastor. Cualidades que se complementan entre sí y que convierten al Obispo de Hipona —en palabras de Pío XI— en un hombre “al cual casi nadie o sólo unos pocos de cuantos han vivido desde el inicio del género humano hasta hoy, se pueden comparar”.
La predicación de San Agustín fue abundantísima. Hasta nosotros han llegado más de quinientas homilías suyas, predicadas de viva voz, entre las que se incluyen su Comentario a los Salmos (Enarrationes in Psalmos), al Evangelio de San Juan (In Ioannis Evangelium tractatus), y los Sermones, título con el que los estudiosos han agrupado los 363 discursos aislados considerados auténticos. San Agustín sin embargo es ante todo un Pastor que se siente y se define como “siervo de Cristo y siervo de los siervos de Cristo”, y lo vive en sus consecuencias extremas: plena disponibilidad a los deseos de los fieles; deseo de no alcanzar la salvación sin los suyos (“no quiero ser salvo sin vosotros”); plegaria a Dios para estar siempre pronto a morir por ellos; amor hacia los que están en el error, aunque éstos no lo quieran, o aunque le ofendan. En definitiva, es Pastor en el sentido pleno de la palabra.
El público que escucha sus sermones es de lo más heterogéneo. Patricios y esclavos, pobres y ricos, hombres del pueblo con su cultura rudimentaria y letrados, buenos cristianos, herejes e indiferentes se dan cita para escuchar al gran orador. El Obispo de Hipona se esfuerza por presentar con claridad y, al mismo tiempo, con sencillez la Palabra divina, entablando con sus oyentes un diálogo de amor y de fe.
Para san Agustín, que expuso su teoría de la predicación en el Libro IV De Doctrina Christiana, el predicador es ante todo el doctor y entendido en la Sagrada Escritura, que sabe exponer al pueblo de modo que le entiendan. De ahí su profundo conocimiento de la palabra de Dios revelada, con la que está sazonada toda su predicación. 
En su predicación, entretejida de textos bíblicos, se sirve de los más usados en la liturgia del norte de Africa. Las citas del Evangelio corresponden a la versión de la Vulgata (traducción de la Biblia hebrea y griega al latín, realizada finales del siglo IV (d.C) por Jerónimo de Estridón), aunque retoca algunos pasajes cuando la ocasión lo requiere o cuando, después de consultar el texto original, no le convence la traducción.
                                   "Entrevista de Agustín con San Ambrosio"

martes, 27 de agosto de 2019

CONOCIENDO A NUESTROS SANTOS: SANTA MÓNICA (27 agosto 2019)

   Santa Mónica, Madre de San Agustín, nació en Tagaste (África del Norte) a unos 100 km de la ciudad de Cartago en el año 332. Sus padres encomendaron la formación de sus hijas a una mujer muy religiosa y estricta en disciplina. Años después fue bautizada (en ese tiempo bautizaban a la gente ya entrada en años) y desde su bautismo su conversión fue admirable. Los padres de Mónica dispusieron que se casara con un hombre llamado Patricio. Este era un buen trabajador, pero de genio terrible, además mujeriego, jugador y pagano, que no tenía gusto alguno por lo espiritual. Tuvieron tres hijos: dos varones y una mujer. Los dos menores fueron su alegría y consuelo, pero el mayor Agustín, la hizo sufrir durante décadas.
   Patricio no era católico, y aunque criticaba el mucho rezar de su esposa y su generosidad tan grande hacia los pobres, nunca se opuso a que dedicará de su tiempo a estos buenos oficios. Quizás, el ejemplo de vida de su esposa logro su conversión. Mónica rezaba y ofrecía sacrificios por su esposo y al fin alcanzó de Dios la gracia de que en el año de 371 Patricio fuera bautizado y que lo mismo hiciera su suegra, mujer terriblemente colérica que por meterse demasiado en el hogar de su nuera le había amargado grandemente la vida a la pobre Mónica. Un año después de su bautizo, Patricio murió, dejando a la pobre viuda con el problema de su hijo mayor, Agustin.
Patricio y Mónica se habían dado cuenta de que Agustín era extraordinariamente inteligente, y por eso decidieron enviarle a la capital del estado, a Cartago, a estudiar filosofía, literatura y oratoria. Aunque a Patricio, en aquella época, solo le interesaba que Agustín sobresaliera en los estudios, fuera reconocido y celebrado socialmente y sobresaliese en los ejercicios físicos. Nada le importaba la vida espiritual o la falta de ella de su hijo y Agustín, ni corto ni perezoso, fue alejándose cada vez más de la fe y cayendo en mayores y peores pecados y errores.
   Cuando murió su padre, Agustín tenía 17 años y empezaron a llegarle a Mónica noticias cada vez más preocupantes del comportamiento de su hijo. Agustin en una enfermedad, ante el temor a la muerte, se hizo instruir acerca de la religión y propuso hacerse católico, pero al ser sanado de la enfermedad abandonó su propósito de hacerlo. Adoptó las creencias y prácticas de los maniqueos, que afirmaban que el mundo no lo había hecho Dios, sino el diablo. Y Mónica, que era bondadosa pero no cobarde, ni débil de carácter, al escucharle argumentar falsedades contra la verdadera religión, lo echó sin más de la casa y cerró las puertas, porque bajo su techo no albergaba a enemigos de Dios.
   Sucedió que en esos días Mónica tuvo un sueño en el que se vio en un bosque llorando por la pérdida espiritual de su hijo, Se le acercó un personaje muy resplandeciente y le dijo "tu hijo volverá contigo", y enseguida vio a Agustín junto a ella. Le narró a su hijo el sueño y él le dijo lleno de orgullo, que eso significaba que se iba a volver maniquea, como él. A lo que ella respondió: "En el sueño no me dijeron, la madre irá a donde el hijo, sino el hijo volverá a la madre". Su respuesta tan hábil impresionó mucho a su hijo Agustín, quien más tarde consideró la visión como una inspiración del cielo. Esto sucedió en el año 437. Aún faltaban 9 años para que Agustín se convirtiera.
   A los 29 años, Agustín decide irse a Roma a dar clases. Ya era todo un maestro. Mónica se decide a seguirle para alejarlo de las malas influencias pero Agustín al llegar al puerto por medio de un engaño se embarca y se va a Roma sin ella. Mónica, no dejándose derrotar tan fácilmente toma otro barco y va tras de él.
   En Milán; Mónica conoce al santo más famoso de la época en Italia, el célebre San Ambrosio, Arzobispo de la ciudad. En él encontró un verdadero padre, lleno de bondad y sabiduría. San Ambrosio  tuvo un gran impacto sobre Agustín, a quien atrajo inicialmente por su gran conocimiento y poderosa personalidad. Poco a poco comenzó a operarse un cambio notable en Agustín, escuchaba con gran atención y respeto a San Ambrosio, desarrolló por él un profundo cariño y abrió finalmente su mente y corazón a las verdades de la fe católica. En el año 387,  Agustín se convierte, se hace instruir en la religión y en la fiesta de Pascua de Resurrección de ese año se hace bautizar.
Agustín, ya convertido, dispuso volver con su madre y su hermano, a su tierra, en África, y se fueron al puerto de Ostia a esperar el barco. Pero a Mónica le invadió una fiebre, que en pocos días se agravó y le ocasionaron la muerte. Murió a los 55 años de edad del año 387 en Ostia (Italia).

Meditación
Durante muchos años, Agustín, hijo de Santa Mónica, estuvo alejado de Dios y muerto a la gracia por el pecado. La Santa, cuya memoria hoy celebramos, fue la madre ejemplar que con su ejemplo, lágrimas y oraciones obtuvo del Señor la resurrección espiritual del que sería uno de los más grandes santos y doctores de la Iglesia. La fidelidad a Dios día a día de Santa Mónica obtuvo también la conversión de su marido Patricio, que era pagano, y ejerció una influencia decisiva en todos aquellos que de alguna manera formaban parte del ámbito familiar. San Agustín resume en estas pocas palabras la vida de su madre: «cuidaba de todos como si realmente fuera madre de todos y servía también a todos como si hubiera sido hija de todos». El ejemplo de Santa Mónica quedó grabado de tal modo en el ánimo de San Agustín que años más tarde, quizá recordando a su madre, exhortaba: «procurad con todo cuidado la salvación de los de vuestra casa».
La familia es verdaderamente el lugar adecuado para que los hijos reciban, desarrollen, y muchas veces recuperen, la fe. Se dijo de Santa Mónica que había sido dos veces madre de Agustín, porque no sólo lo dio a luz, sino que lo rescató para la fe católica y la vida cristiana. San Agustín nos dice de su madre que también «se esforzó en ganar a su esposo para Dios, sirviéndose no tanto de palabras como de su propia vida»; una vida llena de abnegación, de alegría, de firmeza en la fe. 
Si queremos llevar a Dios a quienes nos rodean, el ejemplo y la alegría han de ir por delante. Las quejas, el malhumor, el celo amargo poco o nada consiguen. La constancia, la paz, la alegría y una humilde y constante oración al Señor, lo consiguen todo.
                                          "Tumba de Santa Mónica en Roma"

domingo, 25 de agosto de 2019

CONOCIENDO A NUESTROS SANTOS: SANTA TERESA DE JESUS JORNET (26 agosto 2019)

  Santa fundadora de las Hermanitas de los Ancianos desamparados, dedicó toda su vida al servicio de éstos y fue canonizada por el Papa Pablo VI, 50 años después de su muerte. Esta santa nació en Aitona, Lérida (España) el 9 de enero de 1843 en una familia profundamente cristiana. Una de sus hermanas fue Hija de la Caridad en un hospital de la Habana (Cuba) y otra se incorporó a la Congregación que Teresa fundó. Tres de las hijas de su hermano también ingresaron en la orden religiosa.
Teresa de Jesús Jornet e Ibars estudió para maestra en la ciudad de Lérida. Pero sintió la llamada a la vida religiosa, por lo que ingresó en el monasterio de las clarisas de Briviesca en Burgos (España). Sin embargo, debido a la complicada situación política que atravesaba el país a mediados del siglo XIX, no pudo realizar los votos.
Por eso decide ingresar en la Tercera Orden Carmelita y dedicarse a la enseñanza.      Posteriormente, Teresa pasó por casualidad por Barbastro, Huesca (España) donde un grupo de sacerdotes encabezados por el Beato Saturnino López Novoa se dedicaban al cuidado de ancianos abandonados. Teresa ve en esta actividad la manera de colmar el deseo de entrega al Señor en los demás.
Poco después, el 11 de octubre de 1872 regresa Teresa Jornet a Barbastro, (Huesca) acompañada de su hermana María y de la amiga de ambas, Mercedes Calzada, para iniciar su formación dirigidas por el Beato Saturnino López Novoa y por otros sacerdotes y religiosos.
Teresa fue nombrada superiora del grupo, y el Beato Saturnino López Novoa le entrega oficialmente las constituciones, que ella recibe como un designio de Dios.

Unos meses más tarde, el 27 de enero de 1873, con la vestición del hábito de hermanitas de aquel grupo de 10 jóvenes en la iglesia del seminario de Barbastro (Huesca), queda registrado en la historia como la fecha de la fundación de la Congregación de Hermanitas de los Ancianos Desamparados.
En mayo de 1873 llegan junto con el Beato Saturnino López a Valencia (España) solicitadas por la Asociación de Católicos de la ciudad y comienzan su trabajo de ayuda a los ancianos en mayor necesidad. Teresa de Jesús Jornet e Ibar fue superiora general hasta su muerte en Liria, Valencia el 26 de agosto de 1897, cuando tenía 54 años. Fue beatificada por Pío XII el 27 de abril de 1958 y canonizada el 27 de enero de 1974 por Pablo VI. Sus restos mortales se encuentran en la Casa Madre de la Congregación, en Valencia. Su fiesta se celebra el 26 de agosto.
La espiritualidad de esta Congregación es acoger a los ancianos más pobres en un ambiente de familia para poder atender todas sus necesidades tanto materiales, como espirituales. Santa Teresa de Jesús Jornet e Ibar empleó toda su vida al servicio sin descanso de los ancianos desamparados. Fue canonizada por el Papa Pablo VI en 1974.
Actualmente las Hermanitas de los Ancianos Desamparados tienen 204 hogares en 19 países.                                    
                               "Santa Teresa de Jesús Jornet e Ibars - 26 de agosto"

sábado, 24 de agosto de 2019

CONOCIENDO A NUESTROS SANTOS: SAN BARTOLOMÉ APÓSTOL (24 agosto 2019)

Parece que Bartolomé (del griego "bar-Tôlmay", o "hijo de Phtolomeo") es un sobrenombre o segundo nombre que fue añadido a su antiguo nombre hebreo que era Natanael (que significa "regalo de Dios"). De hecho muchos autores creen que el personaje que el evangelista San Juan llama Natanael, es el mismo que otros evangelistas llaman Bartolomé (San Mateo, San Lucas y San Marcos cuando nombran al apóstol Felipe colocan a Natanael como compañero de Felipe).

El encuentro más grande de su vida.
El día en que Natanael o Bartolomé se encontró por primera vez con Jesús es narrado en el evangelio de San Juan de forma memorable de la siguiente manera: 

Felipe encontró a Natanael y le dijo: "Hemos encontrado a aquel que anuncian Moisés y los profetas. Es Jesús de Nazaret hijo de José el carpintero". Natanael le respondió: " ¿Es que de Nazaret puede salir algo bueno?" Felipe le dijo: "Ven y verás". Vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él: "Ahí tienen a un israelita de verdad, en quien no hay engaño" Natanael le preguntó: "¿Desde cuándo me conoces?" Le respondió Jesús: "Antes de que Felipe te llamara, cuando tú estabas allá debajo del árbol, yo te vi". Le respondió Natanael: "Maestro, Tú eres el Hijo de Dios, Tú eres el Rey de Israel". Jesús le contestó: "Por haber dicho que te vi debajo del árbol, ¿crees? Te aseguró que verás a los ángeles del cielo bajar y subir alrededor del Hijo del Hombre." (Jn. 1,43).

Felipe, lo primero que hizo al experimentar el enorme gozo de ser discípulo de Jesús fue invitar a un gran amigo a que se hiciera también seguidor de tan excelente maestro. Pero nuestro santo al oír que Jesús era de Nazaret (aunque no era de ese pueblo sino de Belén, pero la gente creía que había nacido allí) se extrañó, porque aquél era uno de los más pequeños e ignorados pueblecitos del país, que ni siquiera aparecía en los mapas. Felipe no le discutió a su pregunta pesimista sino solamente le hizo una propuesta: "¡Ven y verás que gran profeta es!"

Una revelación que lo convenció.
Y tan pronto como Jesús vio que Natanael se le acercaba, dijo de él un elogio que cualquiera de nosotros envidiaría: "Este sí que es un verdadero israelita, en el cual no hay engaño". El joven discípulo se admira y le pregunta desde cuándo lo conoce, y el Divino Maestro le añade algo que le va a conmover: "Allá, debajo de un árbol estabas pensando qué sería de tu vida futura. Pensabas: ¿Qué querrá Dios que yo sea y que yo haga? Cuando estabas allá en esos pensamientos, yo te estaba observando y viendo lo que pensabas". 
Aquélla revelación lo impresionó profundamente y lo convenció de que este sí era un verdadero profeta y un gran amigo de Dios y emocionado exclamó: "¡Maestro, Tú eres el hijo de Dios! ¡Tú eres el Rey de Israel!" 
¡Maravillosa proclamación! Probablemente estaba meditando muy seriamente allá abajo del árbol y pidiéndole a Dios que le iluminara lo que debía de hacer en el futuro, y ahora viene Jesús a decirle que El leyó sus pensamientos. Esto lo convenció de que se hallaba ante un verdadero profeta, un hombre de Dios. Y el Redentor le añadió una noticia muy halagadora. Los israelitas se sabían de memoria la historia de su antepasado Jacob, el cuál una noche, desterrado de su casa, se durmió junto a un árbol y vio una escalera que unía la tierra con el cielo y montones de ángeles que bajaban y subían por esa escalera misteriosa. Jesús explica a su nuevo amigo que un día verá a esos mismos ángeles rodear al Hijo del Hombre, a ese salvador del mundo, y acompañarlo, al subir glorioso a las alturas.
Desde entonces nuestro santo fue un discípulo incondicional de este enviado de Dios, Cristo Jesús que tenía poderes y sabiduría del todo sobrenaturales. Con los otros 11 apóstoles presenció los admirables milagros de Jesús, oyó sus sublimes enseñanzas y recibió el Espíritu Santo en forma de lenguas de fuego.
San Bartolomé predicó el evangelio en la India y después pasó a Armenia donde murió mártir. Todo sucedió porque los sacerdotes de los templos paganos se estaban quedando sin seguidores y protestaron ante el rey Astiages de la labor evangelizadora de Bartolomé. Astiages le mandó llamar y le ordenó que adorara a sus ídolos. Ante la negativa de Bartolomé, el rey ordenó que fuera desollado vivo en su presencia hasta que renunciase a su Dios o muriese. Todavía con vida, le arrancaron la piel y después fué decapitado. Sus reliquias reposan en la Iglesia de San Bartolomé en la Isla Tiberina de la ciudad de Roma. Algunas partes del cráneo son veneradas en la Colegiata de Fráncfort del Meno.
                                       "Iglesia de San Bartolomé en Roma"

viernes, 23 de agosto de 2019

CONOCIENDO A NUESTROS SANTOS: SANTA ROSA DE LIMA (23 agosto 2019)

Isabel Flores de Oliva (Lima 1586 - 1617) fue una religiosa peruana de la orden de los dominicos considerada la primera santa de América. Tras haber dado signos de una intensa precocidad espiritual, a los veinte años tomó el hábito de terciaria dominica, y consagró su vida a la atención de los enfermos y niños y a las prácticas ascéticas, extendiéndose pronto la fama de su santidad.
Santa Rosa de Lima nació el 20 de abril de 1586 en la vecindad del hospital del Espíritu Santo de la ciudad de Lima, entonces capital del virreinato del Perú. Era hija de Gaspar Flores (un arcabucero de la guardia virreinal natural de San Juan de Puerto Rico) y de la limeña María de Oliva, que en el curso de su matrimonio dio a su marido otros doce hijos. Recibió bautismo en la parroquia de San Sebastián de Lima, siendo sus padrinos Hernando de Valdés y María Orozco.

En compañía de sus numerosos hermanos, se trasladó al pueblo de Quives (localidad andina de la cuenca del Chillón, cercana a Lima) cuando su padre asumió el empleo de administrador de un obraje donde se refinaba mineral de plata. Las biografías de Santa Rosa de Lima han retenido vivamente el hecho de que en Quives, recibió en 1597 el sacramento de la confirmación de manos del arzobispo de Lima, Santo Toribio Alfonso de Mogrovejo, quien efectuaba una visita pastoral en la jurisdicción.

Aunque había sido bautizada como Isabel Flores de Oliva, en la confirmación recibió el nombre de Rosa, apelativo que sus familiares empleaban prácticamente desde su nacimiento por su belleza y por una visión que tuvo su madre, en la que el rostro de la niña se convirtió en una rosa. Santa Rosa asumiría definitivamente tal nombre más tarde, cuando entendió que era "rosa del jardín de Cristo" y adoptó la denominación religiosa de Rosa de Santa María.
Ya desde su infancia se había manifestado su vocación religiosa y una singular elevación espiritual. Había aprendido música, canto y poesía de la mano de su madre, que se dedicaba a instruir a las hijas de la nobleza. Se afirma que estaba bien dotada para las labores de costura, con las cuales ayudaría a sostener el presupuesto familiar. Con el regreso de la familia a la capital peruana, pronto destacaría por su abnegada entrega a los demás y por sus extraordinarios dones místicos.
En la adolescencia, Santa Rosa se sintió atraída con singular fuerza por el modelo de la dominica Santa Catalina de Siena (mística toscana del siglo XIV); siguiendo su ejemplo, se despojó de su atractiva cabellera e hizo voto de castidad perpetua, contrariando los planes de su padres, cuya idea era casarla. Tras mucha insistencia, los padres desistieron de sus propósitos y le permitieron seguir su vida espiritual. Quiso ingresar en la orden dominica, pero al no haber ningún convento de la orden en la ciudad, en 1606 tomó el hábito de terciaria dominica en la iglesia limeña de Santo Domingo.

Nunca llegaría a recluirse en un convento; Rosa siguió viviendo con sus familiares, ayudando en las tareas de la casa y preocupándose por las personas necesitadas. Bien pronto tuvo gran fama por sus virtudes, que explayó a lo largo de una vida dedicada a la educación cristiana de los niños y al cuidado de los enfermos; llegó a instalar cerca de su casa un hospital para poder asistirlos mejor. 
Ya cerca del final de su vida, cayó gravemente enferma. Murió de tuberculosis a los treinta y un años de edad,​ en 1617, fiesta de San Bartolomé, como ella misma profetizó y contó el padre Leonardo Hansen. 
Rosa fue beatificada en el Convento Dominico de Santa Sabina en Roma, en 1668. Fue canonizada por Clemente X el 12 de abril de 1671, proclamándola por "Principal Patrona del Nuevo Mundo"
                                                "Santa Rosa de Lima"

jueves, 22 de agosto de 2019

CONOCIENDO A NUESTROS SANTOS: FESTIVIDAD DE SANTA MARÍA REINA (22 agosto 2019)



Esta fiesta fue instituida por Pío XII. Se celebra ahora en la octava de la Asunción para manifestar la conexión entre la realeza de María y su asunción a los cielos.
La Virgen Santísima es Reina, sobre todo, por ser la Madre de Jesucristo, Rey y Señor del Universo. Desde su plena y definitiva glorificación ejerce, junto a su Hijo, el cuidado amoroso sobre todo lo creado.

miércoles, 21 de agosto de 2019

CONOCIENDO A NUESTROS SANTOS: SAN PIO X (21 agosto 2019)

Su nombre secular fue Giuseppe Melchiorre Sarto, segundo hijo de los diez que tuvo el matrimonio de Giovanni Battista Sarto (1792-1852), de profesión cartero, y Margarita Sansoni, costurera (1813-1894). Fue bautizado el 3 de junio de 1835. Sus padres, si bien eran humildes, valoraban la instrucción.
Realizó sus estudios primarios en la escuela de su pueblo natal, recibiendo sus primeras lecciones de latín del párroco de esta. En 1846 comenzó la segunda enseñanza en el Liceo Classico de Castelfranco Véneto. El 20 de septiembre de 1850 fue tonsurado por el obispo de Treviso, quien le concedió una beca ese mismo año para ingresar en el seminario de Padua.

El 22 de diciembre de 1851 y el 6 de junio de 1857 recibió las órdenes menores; el 19 de septiembre de 1857, el subdiaconado; el 27 de febrero de 1858, el diaconado. El 18 de septiembre de este mismo año fue ordenado sacerdote en Castelfranco Véneto por Giovanni Antonio Farina, obispo de Treviso. Fue párroco de Tombolo (Treviso) hasta 1867, cuando fue nombrado arcipreste de Salzano y canónigo de la catedral de Treviso. Desde 1875 fue rector del seminario conciliar de esta ciudad, y en 1879 lo nombraron director espiritual del mismo y también canciller de la curia episcopal trevisana, examinador prosinodial y vicario capitular.

El 10 de noviembre de 1884 el papa León XIII lo nombra obispo de Mantua y 10 días después es consagrado por el cardenal Parocchi, vicario general de Roma. León XIII, en 1891, lo nombra asistente al trono pontificio y en el consistorio del 12 de junio de 1893 es creado cardenal presbítero del título de San Bernardo en las Termas. Tres días después es promovido a patriarca de Venecia.
  A la muerte de León XIII se inicia el cónclave para la elección del nuevo Papa. El cardenal Giuseppe Melchiorre Sarto fue elegido Papa el 4 de agosto de 1903 en segunda opción, pues dos días antes el cardenal Jan Puzyna de Kosielsko, había presentado  el veto de Francisco José I, emperador de Austria-Hungría, a la elección de Mariano Rampolla del Tindaro (secretario de estado de León XIII que gozaba de las preferencias de los reunidos). A pesar de las protestas de la mayoría del cónclave por esa anacrónica (y no obstante canónicamente legal) intromisión, el cardenal Rampolla optó por retirar su candidatura y así evitar posteriores conflictos. El cardenal Giuseppe Melchiorre Sarto fue nombrado Papa Pio X el 9 de agosto en la basílica de San Pedro por el cardenal Luigi Macchi, cardenal protodiácono de Santa Maria in Via Lata.
   Gobernó la Iglesia católica con mano firme en una época en que esta se enfrentaba a un laicismo muy fuerte así como a numerosas tendencias del modernismo en los campos de los estudios bíblicos y la teología.
Introdujo grandes reformas en la liturgia y facilitó la participación del pueblo en la celebración eucarística. Permitió la práctica de la comunión frecuente y fomentó el acceso de los niños a la Eucaristía. Promovió mucho el estudio del catecismo y ordenó la confección del Código de Derecho Canónico (Codex Iuris Canonici) para reunir y unificar la legislación eclesiástica, hasta entonces dispersa.
El 20 de enero de 1904 había promulgado la constitución apostólica Commissum Nobis por la que se prohibían los vetos a la elección papal por parte de los estados que disponían de él como privilegio histórico. Con esto se evitaban intromisiones politicas en la elección papal). 
Falleció en Roma el 20 de agosto de 1914 a causa de un infarto agudo al miocardio, a los 79 años de edad, fue enterrado en las grutas vaticanas. En 1951 sus restos fueron trasladados a la Basílica de San Pedro, bajo el altar de la capilla de la Presentación, donde están expuestos a la veneración de los fieles. En su epitafio se lee: Su tiara estaba formada por tres coronas: pobreza, humildad y bondad.
Fue declarado beato el 3 de junio de 1951​ y canonizado el 3 de septiembre de 1954, por Pío XII en ambas ocasiones.
                                                          "Papa Pio X"

lunes, 19 de agosto de 2019

CONOCIENDO A NUESTROS SANTOS: SAN SAMUEL PROFETA (20 agosto 2019)

La historia de Samuel, profeta (año 1100 a.C.) está narrada en el Primer y Segundo Libro de Samuel, en el Antiguo Testamento.
Samuel era hijo de Elcana y Ana, dos israelitas muy creyentes. Ana era estéril y como estaba muy angustiada imploró el favor de Dios para que le concediera tener un hijo varón, con la promesa de que ofrecería este hijo a la Casa de Oración para que dedicara su vida a servir a Dios.
Al año le dio Dios a Ana su primer hijo, al cual le puso por nombre Samuel, que significa "Dios me ha escuchado", Cuando el niño ya fue grandecito, su madre lo llevó a la Casa de Oración en Silo y se lo ofreció a Dios para que se dedicara  a servir junto al altar.
El sacerdote del templo se llamaba Elí y tenía dos hijos (Ofni y Finee) muy atrevidos que cometían muchas fechorías y maldades. Elí debía retirarlos del sacerdocio, pero no lo hacía. Como los pecados de esos jóvenes disgustaban mucho a Dios, Él se propuso enviarles un castigo.
En aquel tiempo Samuel se quedaba cada noche a dormir en la Casa de Oración para cuidarla. Y una noche oyó que lo llamaban diciendo: "¡Samuel! ¡Samuel!". El niño creyó que era Elí el que lo llamaba y corrió a donde el sacerdote y le dijo: "Aquí estoy señor. ¿Me ha llamado?". Elí le dijo: "No te he llamado. Vete a dormir en paz". Pero la voz de Dios volvió a llamar: - "¡Samuel!, ¡Samuel!". El niño corrió otra vez donde Elí para ver para qué lo necesitaba. Y así sucedió por tres veces. Entonces Elí comprendio de que era Dios el que lo llamaba y le dijo: "Si te vuelve a llamar le dirás: Habla Señor que tu siervo escucha". Y así lo hizo Samuel cuando Dios lo volvió a llamar y respondió Samuel: "Habla Señor que tu siervo escucha". Entonces oyó Samuel que Dios decía: "Voy a castigar a Elí y a sus hijos con terrible mal, porque los hijos hicieron grandes males y el padre no los ha corregido". 
Y sucedió entonces que los filisteos atacaron al pueblo de Israel. Los hijos de Elí se fueron con todo el ejército a defender su patria llevándose consigo el Arca de la Alianza (donde estaba el Maná y las Tablas de la Ley con los 10 Mandamientos).
Los filisteos derrotaron a los Israelitas, hicieron una gran matanza, asesinaron a los dos hijos de Elí y se llevaron el Arca de la Alianza. Un mensajero llegó a contar a Elí que habían robado el Arca y habían matado a sus dos hijos y el pobre anciano que estaba sentado en una silla, cayó hacia atrás y se desnucó.
   El pueblo eligió entonces como sacerdote al joven Samuel y Dios empezó a traerle sus mensajes y a guiarlo en todo. Los filisteos devolvieron el Arca y hubo paz. El Pueblo pidió que se le diera un rey. Samuel consultó a Dios, y el Señor le dijo que el rey sería Saúl, el cual era de la última familia, de la más pequeña tribu de Israel.
Samuel lo llamó y derramó aceite sagrado sobre su cabeza y lo proclamó rey ante todo el pueblo. Pero Saúl empezó a desobedecer a lo que Dios ordenaba, y entonces el Señor le dijo a Samuel: "He retirado mi espíritu de Saúl y lo he pasado a David. Irás a Belén y ungirás a ese joven como rey". Samuel se fue a Belén a buscar a David. Este era un pastor de ovejas y estaba en el campo cuidando los animales.
Samuel lo hizo venir y derramando aceite sagrado sobre su cabeza lo ungió, y desde entonces el espíritu de Dios vino a David y lo fue guiando en todas sus acciones. 
   Ya anciano, Samuel reunió a todo el pueblo y les dijo: "Durante 40 años los he guiado espiritualmente. Ahora les pido que si alguno tiene alguna queja contra mí la diga claramente. Y si a alguno le he quitado algo o le he hecho algún mal, que lo diga sin más". Y el pueblo entero le respondió: "Ningún mal nos has hecho y a nadie le has quitado nada, y nadie tiene la menor queja contra ti".
Y así terminó santamente su larga vida. Fue enterrado en Ramá.
                                             

viernes, 16 de agosto de 2019

CONOCIENDO A NUESTROS SANTOS: SAN ROQUE (16 agosto 2019)

San Roque nació en 1350 en Montpellier (Francia) en una familia de clase media. Desde su nacimiento tenía un curioso lunar en forma de cruz que, típico de los tiempos, fue tomado como una señal divina. Muy joven, Roque perdió a sus padres y decidió hacerse peregrino y atender a los necesitados, por lo que entró a la Tercera Orden Franciscana, dio todo su dinero a los pobres y confió a su tío administrar sus bienes en beneficio de estos. Se dirigió a Roma, pero deteniéndose en cada sitio que podía cuidar enfermos e inválidos. En Roma estuvo tres años y, de regreso a su casa, pasando un tiempo en Piacenza, atendiendo a los enfermos, quedó contagiado de la peste.
Desalojado de la ciudad, donde tanto bien había hecho, se refugió en un bosque, esperando morir. Alli, día tras día, un perro le llevaba un trozo de pan; el dueño del perro, que no era hombre piadoso ni siquiera una buena persona, quedó admirado por semejante hecho y se convirtió, arregló sus asuntos y cambió de vida. Contra todo pronóstico, Roque sanó de la peste, se dirigió a su tierra, que estaba en ese momento en guerra. No fue reconocido, sino tomado por un espía, y sin juicio alguno lo enviaron a la cárcel, y según la historia estuvo entre 5 y 8 años entre rejas, donde murió. 
   En 1485 las reliquias fueron trasladados desde Montpellier a Venecia, hecho que desplegó su culto por toda Europa. Las primeras representaciones del santo están en Nuremberg y Bingen, asimismo los primeros traslados de otras reliquias fueron a Amberes. Así que fueron los Países Bajos los que fomentaron más su culto. En los campos de Francia, el 16 de agosto se bendicen hierbas que mezclan con el forraje, para la protección del ganado. 
Es patrón contra la peste, el cólera y otras epidemias, y para el dolor en los pies, las rodillas y las piernas, la rabia, la peste y todo tipo de accidentes y llagas. También protege a presos, enfermos, hospitales, hospicios, médicos, cirujanos, farmacéuticos y sepultureros, peregrinos, agricultores, jardineros, vinateros, camineros, carpinteros, fabricantes de fuegos artificiales, marinos y carreteros. 
  San Roque es patrono de las ciudades de Montpellier, Parma, Venecia y cientos de pueblos españoles y americanos.
Su iconografía aunque variada, es abundante y perfectamente reconocible: viste de peregrino (bastón con calabaza, sombrero, esclavina con concha). Suele levantar la ropa con un bonito gesto, para mostrar las llagas, y casi siempre le acompaña el perro, que lleva el pan en la boca, y a veces un ángel. Su fiesta es el 16 de agosto, pero también aparece a 13 ó 18 del mismo mes.
                                           "Ermita de Sant Roc de Ternils"

jueves, 15 de agosto de 2019

SOLEMNIDAD ASUNCIÓN DE LA VIRGEN MARÍA (15 agosto 2019)

Se abrió en el cielo el santuario de Dios y en su santuario apareció el arca de su alianza. Después apareció una figura portentosa en el cielo: Una mujer vestida de sol, la luna por pedestal, coronada con doce estrellas. Apareció otra señal en el cielo: Un enorme dragón rojo, con siete cabezas y diez cuernos y siete diademas en las cabezas. Con la cola barrió del cielo un tercio de las estrellas, arrojándolas a la tierra. El dragón estaba enfrente de la mujer que iba a dar a luz, dispuesto a tragarse el niño en cuanto naciera. Dio a luz un varón, destinado a gobernar con vara de hierro a los pueblos. Arrebataron al niño y lo llevaron junto al trono de Dios. La mujer huyó al desierto, donde tiene un lugar reservado por Dios. Se oyó una gran voz en el cielo: «Ahora se estableció la salud y el poderío, y el reinado de nuestro Dios, y la potestad de su Cristo.»Libro del Apocalipsis (11,19a;12,1.3-6a.10ab)

R/. De pie a tu derecha está la reina, enjoyada con oro de Ofir

Hijas de reyes salen a tu encuentro,
de pie a tu derecha está la reina,
enjoyada con oro de Ofir. R/.

Escucha, hija, mira: inclina el oído,
olvida tu pueblo y la casa paterna;
prendado está el rey de tu belleza:
póstrate ante él, que él es tu señor. R/. (...)
Sal 44,10bc.11-12ab.16

Si por un hombre vino la muerte, por un hombre ha venido la resurrección. Si por Adán murieron todos, por Cristo todos volverán a la vida. Pero cada uno en su puesto: primero Cristo, como primicia; después, cuando él vuelva, todos los que son de Cristo; después los últimos, cuando Cristo devuelva a Dios Padre su reino, una vez aniquilado todo principado, poder y fuerza. Cristo tiene que reinar hasta que Dios haga de sus enemigos estrado de sus pies. El último enemigo aniquilado será la muerte. Porque Dios ha sometido todo bajo sus pies.

Primera carta del apóstol San Pablo a los Corintios (15,20-27a)
En aquellos días, se levantó María y se fue con prontitud a la región montañosa, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Y sucedió que, en cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno, e Isabel quedó llena del Espíritu Santo; y exclamando con gran voz, dijo: «Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno; y ¿de dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí? Porque, apenas llegó a mis oídos la voz de tu saludo, saltó de gozo el niño en mi seno. ¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!».
Y dijo María: «Proclama mi alma la grandeza del Señor y mi espíritu se alegra en Dios mi Salvador porque ha puesto los ojos en la humildad de su esclava, por eso desde ahora 
todas las generaciones me llamarán bienaventurada, porque ha hecho en mi favor maravillas el Poderoso, Santo es su nombre y su misericordia alcanza de generación en generación a los que le temen. Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los que son soberbios en su propio corazón. Derribó a los potentados de sus tronos y exaltó a los humildes. A los hambrientos colmó de bienes y despidió a los ricos sin nada. Acogió a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia -como había anunciado a nuestros padres- en favor de Abraham y de su linaje por los siglos». María permaneció con ella unos tres meses, y se volvió a su casa.
(Lucas 1,39-56)
                                                  "MISTERI D´ELX" (s. XIV)

miércoles, 14 de agosto de 2019

CONOCIENDO A NUESTROS SANTOS: SAN MAXIMILIANO MARÍA KOLBE (14 agosto 2019)

Maximiliano María Kolbe nació en Polonia el 8 de enero de 1894 en la ciudad de Zdunska Wola, que en ese entonces se hallaba ocupada por Rusia. Fue bautizado con el nombre de Raimundo en la iglesia parroquial. A los 13 años ingresó en el Seminario de los padres franciscanos en la ciudad polaca de Lvov, la cual a su vez estaba ocupada por Austria. Fue en el seminario donde adoptó el nombre de Maximiliano. Finaliza sus estudios en Roma y en 1918 es ordenado sacerdote.
Devoto de la Inmaculada Concepción, pensaba que la Iglesia debía ser militante en su colaboración con la Gracia divina para el avance de la fe católica. Movido por esta devoción y convicción, funda en 1917 un movimiento llamado "La Milicia de la Inmaculada" cuyos miembros se consagrarían a la bienaventurada Virgen María y tendrían el objetivo de luchar mediante todos los medios moralmente válidos, por la construcción del Reino de Dios en todo el mundo. En palabras del propio San Maximiliano, el movimiento tendría: "una visión global de la vida católica bajo una nueva forma, que consiste en la unión con la Inmaculada."
   Verdadero apóstol moderno, inicia la publicación de la revista mensual "Caballero de la Inmaculada", orientada a promover el conocimiento, el amor y el servicio a la Virgen María en la tarea de convertir almas para Cristo. Con una tirada de 500 ejemplares en 1922, en 1939 alcanzaría cerca del millón de ejemplares. 
En 1929 funda la primera "Ciudad de la Inmaculada" en el convento franciscano de Niepokalanów a 40 kilómetros de Varsovia, que con el paso del tiempo se convertiría en una ciudad consagrada a la Virgen y, en palabras de San Maximiliano, dedicada a "conquistar todo el mundo, todas las almas, para Cristo, para la Inmaculada, usando todos los medios lícitos, todos los descubrimientos tecnológicos, especialmente en el ámbito de las comunicaciones."
   En 1931, después de que el Papa solicitara misioneros, se ofrece como voluntario y viaja a Japón en donde funda una nueva ciudad de la Inmaculada ("Mugenzai No Sono") y publica la revista "Caballero de la Inmaculada" en japonés ("Seibo No Kishi").
En 1936 regresa a Polonia como director espiritual de Niepokalanów, y tres años más tarde, en plena Guerra Mundial, es apresado junto con otros frailes y enviado a campos de concentración en Alemania y Polonia. Es liberado poco tiempo después, precisamente el día consagrado a la Inmaculada Concepción. Es hecho prisionero nuevamente en febrero de 1941 y enviado a la prisión de Pawiak, para ser después transferido al campo de concentración de Auschwitz, en donde a pesar de las terribles condiciones de vida prosiguió su ministerio.
   En Auschwitz, el régimen nazi buscaba despojar a los prisioneros de toda huella de personalidad tratándolos de manera inhumana e inpersonal, como un simple número: a San Maximiliano le asignaron el 16670. A pesar de todo, durante su estancia en el campo nunca le abandonaron su generosidad y su preocupación por los demás, así como su deseo de mantener la dignidad de sus compañeros.
La noche del 3 de agosto de 1941, un prisionero de la misma sección a la que estaba asignado San Maximiliano escapa; en represalia, el comandante del campo ordena escoger a diez prisioneros al azar para ser ejecutados. Entre los hombres escogidos estaba el sargento Franciszek Gajowniczek, polaco como San Maximiliano, casado y con hijos.
San Maximiliano, que no se encontraba entre los diez prisioneros escogidos, se ofrece a morir en su lugar. El comandante del campo acepta el cambio, y San Maximiliano es condenado a morir de hambre junto con los otros nueve prisioneros. Diez días después de su condena y al encontrarlo todavía vivo, los nazis le administran una inyección letal el 14 de agosto de 1941.
   El Papa Pablo VI lo declaró Beato y fue canonizado por San Juan Pablo II, su paisano, quien dijo que “Maximiliano Kolbe hizo como Jesús, no sufrió la muerte sino que donó la vida”. El 19 de julio de 2016 el Papa Francisco visitó la “celda del hambre” donde fue encerrado San Maximiliano Kolbe hasta el día de su muerte, durante su visita al campo de concentración nazi de Auschwitz, en el tercer día de su viaje apostólico a Polonia para la Jornada Mundial de la Juventud.
                                             "Dos coronas" (Trailer Oficial)