Jacent Penumbra

Jacent Penumbra

viernes, 31 de enero de 2020

PROGRAMA XIII ENCONTRE AGRUPACIÓ DE GERMANDATS I CONFRARIES DEL SANT SEPULCRE: SUECA 2020 (2-8 febrer)


CONOCIENDO A NUESTROS SANTOS: SAN JUAN BOSCO (31 enero 2020)

Nació en Piamonte (Italia) en 1815. A los dieciséis años, ingresó en el seminario de Chieri y era tan pobre, que debía mendigar para reunir el dinero y los vestidos indispensables. Después de haber recibido el diaconado, Juan Bosco pasó al seminario mayor de Turín y ahí empezó, con la aprobación de sus superiores, a reunir todos los domingos a un grupo de chiquillos abandonados de la ciudad en una especie de escuela y lugar de recreo al que llamó "Oratorio Festivo".
Ocupó el puesto de capellán auxiliar en una casa de refugio para muchachas, que había fundado la marquesa di Barola. Tiempo después, acabó una escuela nocturna, y como el oratorio estaba lleno, abrió otros dos centros en otros tantos barrios de Turín. Por la misma época, empezó a dar alojamiento a los niños abandonados. Al poco tiempo, había ya cuarenta chicos, la mayoría aprendices, que vivían con Don Bosco y su madre en el barrio de Valdocco. Cayó pronto en la cuenta que todo el bien que hacía por sus chicos, se perdía con las malas influencias del exterior, y decidió construir sus propios talleres de aprendizaje. Los dos primeros fueron inaugurados en 1853. En 1856, había ya 150 internos, cuatro talleres, una imprenta, cuatro clases de latín y diez sacerdotes. Los externos eran 500. En diciembre de 1859, Don Bosco y sus 22 compañeros decidieron finalmente organizar la congregación, cuyas reglas habían sido aprobadas por Pío IX. Pero la aprobación definitiva no llegó sino hasta 15 años después. La orden creció rápidamente: en 1863 habían 39 salesianos, a la muerte del fundador eran ya 768. El siguiente paso de Don Bosco fue la fundación de una congregación femenina. La congregación quedó inaugurada en 1872, con la toma del hábito de 27 jóvenes a las que el santo llamó Hijas de Nuestra Señora, Auxilio de los Cristianos.
Don Bosco realizó uno de sus sueños al enviar sus primeros misioneros a la Patagonia. De esta manera los salesianos se extendieron poco a poco por toda América del Sur. Tenían 36 casas en el Nuevo Mundo y 38 en Europa.
Las instituciones salesianas en la actualidad comprenden escuelas primaria y segunda enseñanza, seminarios, escuelas para adultos, escuelas técnicas y de agricultura, talleres de imprenta y librería, hospitales, etc... sin omitir las misiones y el trabajo pastoral.
Don Bosco murió el 31 de enero de 1888. Su canonización tuvo lugar en 1934.
                  
                              "Visita de la Reliquia de San Juan Bosco a Valencia (2012)

miércoles, 29 de enero de 2020

CONOCIENDO A NUESTROS SANTOS: SANTO TOMÁS DE AQUINO (28 enero 2020)

Nace en el Castillo de Rocaseca, cerca de Nápoles, Italia, en 1225. Es el último hijo varón de una numerosa familia de doce hijos. Su padre se llamaba Landulfo de Aquino. Alto, grueso, bien proporcionado, frente despejada, porte distinguido, una gran amabilidad en el trato, y mucha delicadeza de sentimientos. Cerca del Castillo donde nació estaba el famoso convento de los monjes Benedictinos llamado Monte Casino. Allí lo llevaron a hacer sus primeros años de estudios. Los monjes le enseñaron a meditar en silencio. Es el más piadoso, meditabundo y silencioso de todos los alumnos del convento. Lo que lee o estudia lo aprende de memoria con una facilidad portentosa.
Continúa sus estudios por cinco años en la Universidad de Nápoles. Allí supera a todos sus compañeros en memoria e inteligencia. Conoce a los Padres Dominicos y se entusiasma por esa Comunidad. Quiere entrar de religioso pero su familia se opone. El religiosos huye hacia Alemania, pero por el camino lo sorprenden sus hermanos que viajan acompañados de un escuadrón de militares y lo ponen preso. No logran quitarle el hábito de dominico, pero lo encierran en una prisión del castillo de Rocaseca. Tomás aprovecha su encierro de dos años en la prisión para aprenderse de memoria muchísimas frases de la  Biblia y para estudiar muy a fondo el mejor tratado de Teología que había en ese tiempo, y que después él explicará muy bien en la Universidad.
Liberado ya de la prisión lo enviaron a Colonia, Alemania, a estudiar con el más sabio Padre Dominico de ese tiempo: San Alberto Magno. Al principio los compañeros no imaginaban la inteligencia que tenía Tomás, y al verlo tan robusto y siempre tan silencioso en las discusiones le pusieron de apodo: "El buey mudo". Pero un día uno de sus compañeros leyó los apuntes de este joven estudiante y se los presentó al sabio profesor. San Alberto al leerlos les dijo a los demás estudiantes: "Ustedes lo llaman el buey mudo. Pero este buey llenará un día con sus mugidos el mundo entero". Y así sucedió en verdad después.
A los 27 años, en 1252, ya es profesor de la Universidad de París. Sus clases de teología y filosofía son las más concurridas de la Universidad. El rey San Luis lo estima tanto que lo consulta en todos los asuntos de importancia. Y en la Universidad es tan grande el prestigio que tiene y su ascendiente sobre los demás, que cuando se traba una enorme discusión acerca de la Eucaristía y no logran ponerse de acuerdo, al fin los bandos aceptan que sea Tomás de Aquino el que haga de árbitro y diga la última palabra, y lo que él dice es aceptado por todos sin excepción.
En 1259 el Sumo Pontífice lo llama a Italia y por siete años recorre el país predicando y enseñando, y es encargado de dirigir el colegio Pontificio de Roma para jóvenes que se preparan para puestos de importancia especial. En 4 años escribe su obra más famosa: "La Suma Teológica", obra portentosa en 14 tomos, donde a base de Sagrada Escritura, de filosofía y teología y doctrina de los santos va explicando todas las enseñanzas católicas. Es lo más profundo que se haya escrito en la Iglesia Católica.
El Romano Pontífice le encargó que escribiera los himnos para la Fiesta del Cuerpo y Sangre de Cristo, y compuso entonces el Pange Lingua y el Tantum Ergo (últimas dos estrofas del Pange Lingua que suelen cantarse durante la adoración al Santísimo Sacramento) y varios otros bellísimos cantos de la Eucaristía, tales como Sacris Sollemniis (Panis Angelicus), Verbum Supernum (O Salutaris Hostia), Lauda Sion, ....
                                                       Tantum Ergo
Pocos meses antes de morir tuvo una visión acerca de lo sobrenatural y celestial, y desde entonces dejó de escribir. Preguntado por el Hermano Reginaldo acerca de la causa por la cual ya no escribía más, exclamó: "Es que, comparando con lo que vi en aquella visión, lo que he escrito es muy poca cosa".
Santo Tomás logró que la filosofía de Aristóteles llegara a ser parte de las enseñanzas de los católicos. Este santo ha sido el más famoso profesor de filosofía que ha tenido la Iglesia. Tan importantes son sus escritos que en el Concilio de Trento, los tres libros de consulta que había sobre la mesa principal eran: la Sagrada Biblia, los Decretos de los Papas, y la Suma Teológica de Santo Tomás.
Este hombre de Dios rezaba mucho y con gran fervor para que Dios le iluminara y le hiciera conocer las verdades que debía explicar al pueblo. Su devoción por la Virgen María era muy grande. En el margen de sus cuadernos escribía: "Dios te salve María". Y compuso un tratado acerca del Ave María.
El Sumo Pontífice lo envió al Concilio de Lyon, pero por el camino se sintió mal y fue recibido en el monasterio de los monjes cistercienses de Fosanova.  Murió el 7 de marzo de 1274 a la edad de 49 años. Fue declarado santo en 1323 apenas 50 años después de muerto. Y sus restos fueron llevados solemnemente a la Catedral de Tolouse un 28 de enero. Por eso se celebra en este día su fiesta.
                                                        "Pange Lingua"

sábado, 25 de enero de 2020

CONOCIENDO A NUESTROS SANTOS: SAN PABLO EN SU CONVERSIÓN (25 enero 2020)

Pablo, llamado Saulo en el uso y rigor judío, afirmaba con vehemencia que el Evangelio que predicaba no lo había aprendido o recibido de los hombres.

Saulo había nacido en Tarso (Turquía) y pertenecía a la casta de los fariseos. Pero dado que esta ciudad pertenecía al mundo grecorromano también ostentaba la categoría de ciudadano romano.  Durante su niñez se esforzó por andar disimulando su condición de judío entre el pueblo, dado que esta creencia era considerada como superstición por los paganos romanos. Y esto posiblemente explica que se afirmara aún más en su fé, dado que a medida que  iba creciendo en edad tenía que defenderse marchando contra corriente.
   Saulo era más bien bajo, de espaldas anchas y cojeaba algo. Era fuerte y macizo como un tronco. Conocía los manuscritos viejos escritos con signos que a los griegos y a los romanos les parecían garabatos ininteligibles, pero que encerraban toda la sabiduría y la razón de ser de un pueblo.
Listo como un sabio en las escuelas griegas de Tarso. Estaba familiarizado con los poetas y filósofos que habían pasado el tiempo escribiendo en tablillas o pensando. Para los griegos solo era un hebreo, miembro de aquellas familias que vivían en un islote social, aislado entre misterios inaccesibles a los de otra raza, uno de los que tenían prohibido el acceso a las clases cultas y dirigentes. Era de esos que se hacían despreciables por su puritanismo, por sus rarezas ante los alimentos, su modo de divertirse, de casarse, de entender la vida, de no asistir a los templos ¡un ambiente nada claro!
A los dieciocho años se fue a Jerusalén para aprender cosas del judaísmo verdadero, las de la Ley patria, la razón de las costumbre. Ansiaba profundizar en la historia del pueblo y en su culto. Gamaliel lo informó bien y aprendió las cosas yendo a la raíz, no como las decía la gente poco culta del pueblo sencillo y llano. 
Supo más y mejor del poder del Dios único y aprendió a darle honra y alabanza en el mayor de los respetos. Por ello malamente soportaba el presente dominio del imponente invasor romano. Esto le ponía furioso.
Pero los profetas daban pistas para un resurgimiento del pueblo judío y los salmos cantaban la victoria de Dios sobre otros pueblos y culturas muy importantes que en otro tiempo subyugaron a los judíos y ya desaparecieron a pesar de su altivez.  Igual pasaría con los dominadores actuales. El Libertador no podría tardar. Mientras tanto, era preciso mantener la idiosincrasia del pueblo a cualquier costa y no ser como los herodianos, para que la esperanza hiciera posible su supervivencia como nación. No se podía dejar que un ápice lo apartara de la fidelidad a las costumbres patrias. Eso le hizo celoso de la fé.
Pero mira por donde, estando en esas, una herejía estaba estropeando todo lo que necesitaba el pueblo para su liberación. Unos locos estaban adorando a un hombre que además había muerto crucificado. No se podía permitir que entre los suyos se ampliara el círculo de los disidentes. Había que hacer algo. Era preocupante. Las noticias decían que estaban por todas partes como si se diera una metástasis generalizada de un cáncer nacional. Hacía años que ya estuvo colaborando como pudo en la lapidación de uno de aquellos visionarios listos, serviciales, piadosos y caritativos pero que hacían mucho daño al alto estamento oficial judío. Fue cuando lo apedrearon por blasfemo a las afueras de Jerusalén, y lastimosamente él sólo pudo guardar los mantos de los que lo lapidaron. Hasta le parecía recordar aún su nombre: Esteban.
La conversión de Saulo fue en un día insospechada. Nada propiciaba aquel cambio. Precisamente llevaba cartas de recomendación de los judíos de Jerusalén para los de Damasco; quería poner entre rejas a los cristianos que encontrara. Hasta allí se extendía la autoridad de los sumos sacerdotes y principales fariseos. Como eran costumbres de religión, los romanos las reconocían sin hacerles ascos. 
Saulo guiaba una comitiva no guerrera pero sí muy activa, casi furiosa, impaciente por cumplir bien una misión que suponían agradable a Dios y purga necesaria para la estabilidad de los judíos y para proteger la pureza de las tradiciones que recibieron los padres. Aquello parecía la avanzada de un ejército en orden de batalla, con el repiqueteo de las herraduras en las pezuñas de las monturas sobre el duro suelo de roca ante Damasco donde caracoleaban los caballos. Llevaban ya varios días de caminata; se daban por bien empleados si la gestión terminaba con éxito. Iba Saulo "respirando amenazas de muerte contra los discípulos del Señor". En su interior había buena dosis de saña.
"Y sucedió que, al llegar cerca de Damasco, de súbito le cercó una luz fulgurante venida del cielo, y cayendo por tierra oyó una voz que le decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Dijo: ¿Quién eres, Señor? Y él: Yo soy Jesús, a quien tú persigues. Pero levántate, y entra en la ciudad y se te dirá lo que has de hacer. Y los hombres que le acompañaban se habían detenido, mudos de espanto, oyendo la voz, pero sin ver a nadie. Se levantó Saulo del suelo y , abiertos los ojos, nada veía. Y llevándole de la mano lo introdujeron en Damasco, y estuvo tres días sin ver, y no comió ni bebió" (Act. 9, 3-9).
Tres días para rumiar su derrota y hacerse cargo en su interior de lo que había pasado. Y luego, el bautismo. Un cambio de vida, cambio de obras, cambio de pensamiento, de ideales y proyectos. Su carácter apasionado tomará el rumbo ahora marcado sin trabas humanas posibles su rendición fue sin condiciones y con el afán de llevar a su pueblo primero y al mundo entero luego la alegría del amor de Dios manifestado en Cristo.
El relato es del historiador Lucas, buen conocedor de su oficio. Se lo había oído veces y veces al mismo protagonista. No hay duda. Vió él mismo al resucitado; y lo dirá más veces, y muy en serio a los de Corinto. Por ello fue capaz de sufrir naufragios en el mar y persecuciones en la tierra, y azotes, y hambre y cárcel y humillaciones y críticas, y juicios y muerte de espada. 
Por ello hizo viajes por todo el imperio, recorriéndolo de extremo a extremo. No se lamentaba; le ilusionaba hacerlo porque sabía que en él era mandato más que ruego; el dolor y sufrimiento más bien los tuvo como credenciales y las heridas de su cuerpo las pensaba como garantía de la victoria final en fidelidad.
Entre tantas conversiones del santoral, la de Pablo es ejemplar, paradigmática. Más se palpa en ella la acción divina que el esfuerzo humano; además, enseña las insospechadas consecuencias que trae consigo una mudanza radical.
                                             "La Conversion de San Pablo"

viernes, 24 de enero de 2020

CONOCIENDO A NUESTROS SANTOS: SAN FRANCISCO DE SALES (24 enero 2020)


(Castillo de Sales, Thorens, 1567 - Lyon, 1622) Prelado francés. De noble familia, creció en un ambiente impregnado de piedad franciscana y estudió en París (1582). En la universidad, las doctrinas calvinistas sobre la predestinación le provocaron una profunda crisis al creerse condenado; emitió entonces un voto de amor y de confianza en Dios que le permitió recuperar la paz. Ya abogado y sacerdote en 1593, fue nombrado coadjutor del obispo de Ginebra, tío suyo (1599). Le sucedió en 1602 en esa sede, transferida a Annecy. Reorganizó la diócesis y, con la ayuda de Juana de Chantal, fundó la Orden de la Visitación (1610). Escritor prolífico, unió la espiritualidad con la psicología; entre sus obras cabe citar Introducción a la vida devota (1609), Tratado del amor de Dios (1616) y once volúmenes de Cartas.
   Hijo del conde de Sales, Francisco realizó sus primeros estudios en los colegios de La Roche y Annecy; luego pasó a París con los jesuitas. En 1592 se dirigió a Padua, donde se doctoraría en derecho civil y canónico. La maduración de su profunda vida espiritual lo aproximó al jesuita P. Possevin, quien le ayudó a perfeccionar el estudio de la teología y le explicó las obras de Santo Tomás de Aquino.
Vuelto a Saboya, su padre quiso introducirlo en el senado de Chambéry como abogado; pero cuando trató de casarlo, el joven Francisco manifestó su firme intención de abrazar el estado eclesiástico y profesó los primeros votos. Empezó a predicar con éxito siendo todavía diácono; en 1593, ya ordenado sacerdote, trató de convertir a los hugonotes de Chamblai, y de 1594 a 1598 se entregó a una intensa labor de apostolado para reintegrar a los saboyanos al seno del catolicismo.
En 1599 el obispo de Ginebra lo tomó como coadjutor suyo y tuvo que permanecer algún tiempo en Roma; antes de ser consagrado se dirigió a París y pidió a Enrique IV de Francia permiso para la evangelización de Gex. En 1602 ocupó la sede episcopal de Ginebra, cuna del reformismo de Calvino, y se dedicó con nuevo fervor a la actividad apostólica; predicó en Dijon, Chambéry y Grenoble, y en 1617-18 volvió a París, donde conoció a San Vicente de Paúl y renunció al nombramiento de coadjutor del cardenal de Retz.Junto con la baronesa Juana de Chantal, más tarde canonizada, fundó en 1610 la Orden de la Visitación, convertida en 1626 por Urbano VIII en instituto religioso. Declarado beato en 1661 y santo en 1665, en 1877 fue elevado a doctor de la Iglesia por Pío IX. San Francisco de Sales es el patrono de los periodistas y de los salesianos, un conjunto de diversas congregaciones fundadas por Don Bosco; su festividad se celebra el 24 de enero.

Obras de San Francisco de Sales
San Francisco de Sales unió a su apostolado una vasta actividad de orador y escritor; parte de sus obras fue editada por él mismo, y el resto apareció póstumamente. Entre la producción aparecida con posterioridad a su muerte figuran las Controversias, compuestas en 1595-96 y publicadas en 1672; los Coloquios Espirituales (1629), que Juana de Chantal extrajo de las charlas del Santo con las religiosas del monasterio de la Visitación; los Sermones (2.ª ed., París, 1643); los Opúsculos, cuya colección definitiva se halla en las Obras Completas publicadas por el abate Migne (1861-62), y, finalmente, las Cartas Espirituales (Lyon, 1625), conjunto integrado por más de dos mil cartas en las que se dan consejos espirituales.
De las obras que publicó en vida hay que destacar la polémica con los calvinistas en defensa de L'Étendart de la Sante Croix (Annecy, 1597), texto al que siguieron la Introducción a la Vida Devota (1609) y el Tratado del Amor de Dios (1616), considerado su obra maestra. Publicada en una primera redacción en 1609 y definitivamente en 1619, la Introducción a la Vida Devota es el resultado de las cartas que escribió a la señora De Charmoisy de 1607 a 1608, y fue pronto divulgada bajo su título definitivo o con el de Filotea, en ediciones incorrectas e incompletas. Aunque San Francisco de Sales eliminó ex profeso todas las citas, recurre a menudo a las palabras de la Sagrada Escritura para aclarar su pensamiento y porque, como dice él, son "las más amables y las más venerables".
Tratando al cristiano como a un compañero, la Introducción a la Vida Devota enseña con suave caridad que sin la buena voluntad el hombre no puede recibir la gracia de Dios; se ocupa con aguda comprensión del mundo y de sus tentaciones, y exhorta a la plegaria, al ejercicio de la virtud y a la práctica de los sacramentos. Las exhortaciones de San Francisco de Sales no conocen la aridez teológica ni las sutilezas doctrinarias; impregnadas de amable simplicidad, hablan directamente al corazón del cristiano, sin perder jamás de vista los peligros, dolores y dificultades de la jornada.
La claridad con que afronta incluso los asuntos íntimos fue criticada por algunos; pero esta claridad constituía uno de los mismos fines del santo. Parece como si con él se iniciara, precisamente en aquella ciudad en la que predicó Calvino, una nueva literatura religiosa, inspirada en la límpida visión del hombre y de las cosas. Tales méritos y la nítida prosa en que están escritas hicieron pronto conocidas y apreciadas estas páginas.
Si la famosa Introducción a la Vida Devota presenta los deberes de todo buen cristiano que vive según los mandamientos de la Iglesia, el Tratado del amor de Dios (1616), obra a la que San Francisco de Sales dedicó sus mayores cuidados, desarrolla más ampliamente algunos puntos capitales del cristianismo. Después de considerar teológica y psicológicamente cuál es la esencia del amor, describe el amor de Dios y de qué modo nace en las almas y se desarrolla o se apaga. La entrega del alma a Dios, la gracia de Dios, que pone al hombre en un estado de beatitud y lo hace partícipe de los bienes celestes, la natural necesidad de todas las criaturas de dirigirse a Dios y su sed de verdades eternas son los temas que el Santo ilumina en esta obra con el fervor de su espíritu.
El Tratado del amor de Dios termina con la exhortación a la práctica de la caridad, de la humildad y de otras virtudes cristianas sin las cuales no existe amor de Dios. También el Tratado, al igual que la Introducción, fue acusado de una demasiado patente traducción de conceptos teológicos a imágenes sensibles, hasta el punto de acercar el amor divino al amor natural. Pero precisamente en esta audacia, que permite a San Francisco de Sales conducir el ánimo del lector, sin que él se dé cuenta, a través de la sutileza del problema teológico, estriba el carácter original de la obra y de su autor.
                                                "San Francisco de Sales"

martes, 21 de enero de 2020

CONOCIENDO A NUESTROS SANTOS: SAN VICENTE MARTIR (22 enero 2020)

San Vicente nació en Huesca (Osca) sobre el año 286, aunque algunos historiadores sitúan su nacimiento en Zaragoza (Caesaraugusta). Por ello se le conoce también como San Vicente de Zaragoza, San Vicente Levita, San Vicente Diácono, San Vicent de la Roda en Valencia y San Vicente Mártir en general. Vicente, que provenía de una familia cristiana, dirigente y acomodada, marchó a cursar el Estudio General de Filosofía a Zaragoza (Cesaraugusta) formándose junto al Obispo de esta ciudad llamado Valero, quien debido a un impedimento del habla (se cree que era tartamudo) le ordenó rápidamente primer diácono para que pudiera suplirle en la predicación de la palabra de Dios. 
Una vez desatada la persecución de los cristianos por orden de los emperadores Diocleciano y Maximiano entre los años 303-305, llegó a oídos de Daciano (Prefecto de la provincia Tarraconensis) la fama de las predicaciones y conversiones que obraban Valero y Vicente. Por este motivo Daciano ordenó que detuvieran a ambos y les llevaran presos a la ciudad de Valencia (Valentia) para que fuesen juzgados por el juez Rufino, siguiendo así el edicto imperial de reprimir a todos aquellos enemigos de la religión pagana que era la oficial del Imperio Romano.
Ante la negativa de Vicente de renunciar a su fe, encarceló a ambos desterrando finalmente a Valero a Francia (dado que era un anciano y pertenecía además a una familia consular), y torturando al diácono Vicente. 
Vicente no flaqueó en ninguno de los instrumentos de tortura: fue colocado en una cruz en aspa y torturado en el potro, después en la catasta donde le rompieron los huesos, etc.., luego fue desollado y colocado en una parrilla en ascuas, y mas tarde arrojado a prisión donde falleció.
Cuenta la tradición que Vicente expiró en Enero de 304 siendo muy joven y para evitar que su cuerpo fuera venerado por los cristianos de la ciudad, ordenó que su cadáver fuera arrojado a un descampado para que fuera devorado por las alimañas. Sin embargo el cuerpo del mártir fue protegido por los cuervos, lo cual enfureció sobremanera a Daciano por lo que ordenó que su cadáver fuese arrojado al mar atado a una rueda de molino.
Cumplida esta orden por Eumorfio en playas de Cullera, el cuerpo de Vicente llegó milagrosamente a la orilla en un paraje conocido por la Font Santa, donde se levantó una ermita, en el lugar en que lo encontró una viuda llamada Jónica, que fue quien le dio finalmente sepultura. 
Posteriormente, al finalizar la persecución contra los cristianos y convertirse el Cristianismo en la religión oficial del imperio en el año 391, el cuerpo de Vicente fue trasladado a un cementerio que se convertiría en Basílica y mausoleo a las afueras de la ciudad de Valencia (Iglesia-Monasterio de La Roqueta), el cual generó una inmensa corriente de peregrinaciones.
El Monasterio de la Roqueta en la calle San Vicente
La reliquia del brazo del santo llego en 1970 a la Catedral de Valencia regalada por una familia de Padua. Se trata del brazo izquierdo, el cual se encuentra en la Capilla de la Resurrección situada detrás del Altar Mayor. Según estudios forenses, pertenece a un hombre joven el cual presenta quemaduras en la piel y se remonta al siglo IV. La reliquia  salió en procesión el jueves, 22 de enero de 2004. El otro brazo y otros restos de S. Vicente se encuentran en Portugal.
PEREGRINACION: Camino de San Vicente Mártir

CONOCIENDO A NUESTROS SANTOS: BEATA INÉS DE BENIGÀNIM (21 enero 2020)

La Beata Josefa María de Santa Inés nació en Benigànim (Valencia) en 1625. Fué bautizada con el nombre de Josefa Teresa Albiñana Gomar. Dotada de una inusual sencillez y humildad ingresó en el convento de las Agustinas Descalzas en 1643, profesando en 1645 como hermana conversa, lega o de velo blanco. Así llamaban a las religiosas que, por no saber leer el oficio en latín, eran dispensadas de este. A cambio, deberían rezar una suma de Páter Noster y encargarse de las tareas comunes de los monasterios. No pocas almas como nuestra beata se santificaron en este sencillo lugar, desempeñando los trabajos más arduos de la comunidad con gran alegría. Amaba en extremo su convento y la vida religiosa.
Solía decir “gracias que me dejan lavar, barrer y hacer algunas cosas en la casa de Dios pues ni esto merezco”. En compensación a su extrema pequeñez poseía un espíritu eminente de contemplación. Pasó su vida en oración constante. Todas las gracias místicas se reunieron en ella. Fue regalada por Dios con muchísimos dones místicos: consejo, visiones, sueños, éxtasis, entre otros. Trataba frecuentemente con Jesús niño, que viendo su alma de niña venía a jugar con ella. Las noticias de sus virtudes y el agradecimiento de su intercesión fueron motivo de que su nombre fuera conocido entre los valencianos y otros lugares, llegando incluso a la corte de Madrid.
El equilibrio interior de la religiosa explica que sin saber leer fuera elevada a hermana de coro en 1663. Falleció con toda santidad el 21 de enero de 1696 (dia de Santa Inés de Roma, joven mártir cristiana que murió durante la persecución de Diocleciano). La devoción de los fieles se ha venido volcando en aquella humilde religiosa que con justicia tiene ganada fama de muy milagrosa. El 26 de febrero de 1888 León XIII reconoció su santidad al beatificarla. Su festividad se celebra el 21 de enero y tiene como núcleo primordial el convento.
La historia cuenta que en el verano de 1936 el culto católico fue suspendido en Benigànim, manteniéndose extraoficialmente en la clandestinidad. Durante las primeras semanas del conflicto fueron incendiadas y saqueadas las iglesias de la Villa, entre ellas la iglesia de las Agustinas Descalzas la cual guardaba el tesoro más preciado: el cuerpo de la Beata Inés. A medias tintas, hay historias que dibujan entre grandes oscuridades y sombras el capítulo más negro de la historia local de Benigànim. El cristal que resguardaba el cadáver de la Beata Inés fue roto a golpes y el cuerpo desapareció. Esto fue lo último que se sabe de los restos mortales de la Beata Inés. Con él también se perdió parte del honor de un pueblo que no supo defenderlo. 
El expolio y la barbarie continuó con el monasterio sin respetar nada y los cuerpos de las religiosas fallecidas fueron esparcidos por el huerto y profanados. En el interior de la nave un gran incendio devoró sus bienes muebles. Finalmente, terminada la guerra, la restauración del conjunto monástico fue una prioridad.
En este caso la providencia se sirvió de la devoción a la Beata para dotar de nuevo esplendor a la comunidad. Lo más notable: la obra de doña Antonia Martínez, que además de regalar la imagen procesional de la Beata fué la donante de la talla de la Purísima y del templete que la resguarda, entre otras muchas generosas acciones.
                                              Beata Inés de Benigànim

viernes, 17 de enero de 2020

CONOCIENDO A NUESTROS SANTOS: SAN ANTONIO ABAD (17 enero 2020)

Antonio Abad nació en el pueblo de Comas, en el Bajo Egipto. Se cuenta que en su juventud, cuando tenia alrededor de 20 años, se sintió conmovido por las palabras de Jesús en el marco de una celebración eucarística: "Si quieres ser perfecto, ve y vende todo lo que tienes y dalo a los pobres...".Y esto es lo que hizo, vendió todas sus posesiones, entregó el dinero a los pobres y se retiró a vivir a una comunidad local haciendo vida ascética, durmiendo en una cueva.​ Luego pasó muchos años ayudando a otros ermitaños a encaminar su vida espiritual en el desierto, lugar en el que se fue adentrando poco a poco para vivir en absoluta soledad.
De acuerdo con los relatos de San Atanasio y de San Jerónimo, Antonio fue reiteradamente tentado por el demonio en el desierto. De hecho, la tentación de san Antonio se volvió un tema favorito de la iconografía cristiana, siendo representada en obras famosas de numerosos pintores de importancia. 
​Su fama de hombre santo y austero atrajo a numerosos discípulos, a los que organizó en un grupo de ermitaños junto a Pispir y otro en Arsinoe. Por ello, se le considera el fundador de la tradición monacal cristiana. Sin embargo, y pese al atractivo que su carisma ejercía, nunca optó por la vida en comunidad y se retiró al monte Colzim, cerca del Mar Rojo, en absoluta soledad. 
San Jerónimo cuenta que Antonio fue a visitar a otro ermitaño llamado Pablo en su edad madura y lo dirigió en la vida monástica. A la muerte de Pablo, Antonio lo enterró con la ayuda de dos leones y otros animales; de ahí su patronato sobre los sepultureros y los animales. También se cuenta también que en una ocasión se le acercó una jabalina con sus jabatos (que estaban ciegos), en actitud de súplica. Antonio curó la ceguera de los animales y desde entonces la madre no se separó de él y le defendió de cualquier alimaña que se acercara.
Antonio murió muy anciano, hacia el año 356, en las laderas del monte Colzim, próximo al Mar Rojo. Al ignorarse la fecha de su nacimiento, se le ha adjudicado una improbable longevidad, aunque ciertamente alcanzó una edad muy avanzada. 
La tradición de bendecir a los animales se cree que data de la época colonial. Dicen que San Antonio, descubrió la sabiduría a base de observar a los animales y el amor divino a través de la naturaleza y así se convirtió en el patrón de los animales. Cada año, la Plaza de San Pedro en el Vaticano se llena de animales por su festividad. En ella son bendecidos por el Arcipreste de la Basílica de San Pedro y vicario general.

Oración a San Antonio Abad para pedir por las mascotas

Señor Celestial, Padre Creador de todas las cosas,
hoy quiero pedir tu misericordia y compasión para mi mascota,
y por mediación de san Antonio Abad,
llamado también san Antón, el gran protector de los animales,
que tanto amor tuvo estas criaturas,
te ruego que no le abandones nunca
concédele salud, que no sufra ni padezca,
que no este triste, que no le falten las fuerzas
que no sienta dolor ni angustia,
que no se sienta solo
y que siempre tenga a su lado alguien que le cuide con amor.

Por el poder de Tu amor,
permite que... (nombre de la mascota)
viva feliz y sano,
que tenga todo lo necesario según Tu deseo.

Cuídalo y protégelo,
que no le falte alimento, cama y reposo,
que no carezca de amigos, amor y respeto,
pon tu mano sobre él si cae enfermo,
no permitas que nada ni nadie le cause daño,
ni que se pierda o lo roben,
yo le quiero como un miembro más de la familia
y siempre estaré a su lado
dándole todo mi cariño y cubriendo sus necesidades.

Te pido tu especial bendición y ayuda
en estos momentos que... (nombre de la mascota)
necesita tanto de ti,
(pedir por salud, o robo, o extravío, protección, problemas ...):

(hacer la petición).

Señor, te ruego también que,
por intercesión de San Antonio Abad,
tengas piedad de los hombres que por ignorancia
maltratan a los animales,
enséñales a que los amen como criaturas tuyas.

Señor, ten piedad de los animales domésticos,
que muy a menudo son entregados y abandonados,
sin defensa alguna,
a la indiferencia y a la crueldad humana:
no los dejes solos con sus penas.

Señor Dios, ten piedad de los animales
como el león, el tigre, el mono, el elefante
y otras especies que son capturados
para ser llevados a circos o a zoos:
dales a todos ellos un refugio seguro en su hábitat.

Señor, ten piedad de los animales de granja
que crecen dentro de inhóspitos habitáculos,
así como de aquellos animales que en los mataderos
son sacrificados sin anestesia: acógelos con su dolor.

Señor, ten piedad de los animales de experimentación
haz que cesen estas prácticas y sálvalos de su sufrimiento.

Señor, tu que infundiste en San Antonio Abad
un gran amor a la pobreza y al respeto de los animales,
ten piedad de todos los animales que sufren
y haz una sociedad más justa basada en el amor y la paz
de todos los seres que pueblan el planeta.

Amén

lunes, 13 de enero de 2020

CONOCIENDO A NUESTROS SANTOS: SAN JUAN DE RIBERA (14 enero 2020)

San Juan de Ribera (también San Juan de Rivera) nació en la ciudad de Sevilla el 27 de diciembre de 1532 y murió en Valencia el 6 de enero de 1611. Su padre era virrey de Nápoles. Creció sin el amor materno, porque la madre murió cuando él era todavía muy niño. Sin embargo de sus familiares aprendió los más admirables ejemplos de santidad, pues entre otras cosas, en su casa se repartían grandes limosnas a los pobres y se ayudaba a muchísimos enfermos muy abandonados. 
Como dato anecdótico, a una familiar suya llamada Teresa Enríquez la llamaban "La loca por el Santísimo Sacramento", porque buscaba las mejores uvas de la región para fabricar el vino de la Santa Misa y escogía los mejores trigos para hacer las hostias, y trataba de entusiasmar a todos por la Eucaristía.
Juan de Ribera estudió en la mejor universidad que existía en aquella época en España, la Universidad de Salamanca, y allá tuvo de profesores a muy famosos doctores, como el Padre Vitoria. Cuando contaba solamente 30 años de edad, el Papa Pío IV lo nombró obispo de Badajoz y allí se dedicó a adoctrinar a los católicos y combatir el entonces novedoso movimiento del protestantismo.
El joven obispo confesaba en las iglesias durante horas como un humilde párroco y cuando se lo pedían llevaba la comunión a los enfermos, y atendía cariñosamente a cuantos venían a su despacho. Pero sobre todo predicaba con gran entusiasmo. En dos ocasiones vendió el mobiliario de su casa y toda la loza de su comedor para comprar alimentos y repartirlos entre la gente más pobre, en años de gran carestía. El día en que partió de su diócesis en Badajoz para irse de obispo a otra ciudad, repartió entre los pobres todo el dinero que tenía y todos los regalos que le habían dado, y el mobiliario que su familia le había regalado.
Más tarde, fue nombrado arzobispo de Valencia y patriarca de Antioquía (1568), a fin de afrontar la cuestión de los moriscos en Valencia. Reimprimió muy corregido y mejorado el bilingüe Catecismo para Instrucción de los Nuevamente Convertidos de Moros del obispo de Valencia Martín Pérez de Ayala.
En 1602, el rey Felipe III lo nombró virrey de Valencia y, así, llegó a ser al mismo tiempo jefe religioso y jefe civil. Utilizó su posición e influencia para ser uno de los principales impulsores y el más firme abogado ante el rey de la expulsión de los moriscos de 1609. 
Escribió numerosas obras entre las que destaca el Manuale Valentinum (1592). Desde 1569 hasta 1610, hizo 2715 visitas pastorales a las parroquias y los resultados de esas visitas los dejó en 91 volúmenes con 91 000 páginas. Celebró siete sínodos o reuniones con todos los párrocos. 
Fundó el Real Colegio Seminario del Corpus Christi, conocido entre los valencianos con el nombre de El Patriarca, cuyo cometido principal era la formación de sacerdotes según el espíritu y las disposiciones del Concilio de Trento, tal y como recoge el mismo fundador en las constituciones. Se convirtió así en un ejemplo de la Contrarreforma en Valencia. 
El clima religioso de la Contrarreforma y la personalidad y mecenazgo artístico de Juan de Ribera lo convirtieron en una de las figuras más influyentes de este periodo. San Pío V, el promotor de la Contrarreforma, lo llamó, cuando Ribera tenía unos cuarenta años, lumen totius Hispaniae (lumbrera de toda España).
Fue beatificado por Pío VI (1775-1799) en 1796 y canonizado por el papa Juan XXIII (1958-1963) en 1960. Su festividad se celebra el 14 de enero.

martes, 7 de enero de 2020

CONOCIENDO A NUESTROS SANTOS: SAN RAIMUNDO DE PÈÑAFORT (7 enero 2020)

Nació hacia el año 1175, en Peñafort, cerca de Barcelona (España). Pronto demuestra tener una extraordinaria inteligencia, y a los 20 años es profesor de filosofía en Barcelona. Hacia los 30 años, fue a la prestigiosa Universidad de Bolognia (Italia) para perfeccionar su derecho civil y canónico. Allí se doctoró y fue profesor. En 1219, fue nombrado archidiácono de la diócesis de Barcelona. Se destacó por su amor a los pobres. 
En 1222, a los 40 años de edad, ingresó en la Orden de Predicadores (Dominicos) apenas 8 meses después de la muerte del fundador, Santo Domingo de Guzmán.
Raimundo consideraba que el orgullo era un peligro para su alma. Convencido de la importancia de hacer penitencia por la complacencia con que había enseñado, pidió que le impusieran severas penitencias y oficios humillantes. Pero sus superiores le encargaron investigar como responder a preguntas difíciles de moral que los fieles presentaban. El llamó a estas "casos de conciencia". El resultado de su trabajo fue su famoso libro, "Summa de casibus paenitentialibus", la primera obra de su género y obra de referencia para confesores y moralistas.
Tenía gran celo por la evangelización, trabajando incesantemente en la predicación, la instrucción y la confesión. Insigne predicador dotado con la "eficacia de la palabra", recorrió las provincias españolas de Aragón, Castilla y Cataluña. Sus acompañantes comentaban que parecía casi imposible que un predicador lograra tantas conversiones con sus sermones.
Según una tradición muy discutida, San Raimundo colaboró con San Pedro Nolascoen la fundación de la orden de los Mercedarios los Padres Mercedarios, dedicada principalmente a rescatar a los secuestrados por los mahometanos.
En 1230 el Papa Gregorio IX llamó a Raimundo a Roma y le dio varios encargos:
1- Lo nombró su confesor. En una ocasión le impuso al Papa de penitencia atender siempre muy bien las peticiones que le hicieran los pobres.
2- Le encomendó reunir el corpus canónico de los decretos de los Pontífices y concilios que no se encontrasen ya en la colección que Graciano había hecho en 1150. Después de tres años de trabajo publicó su famosísimo libro en 5 volúmenes titulado "Decretales", compuesto el cual fue confirmado por el Papa. Hasta la compilación del Codex Juris Canonici, en 1917, la compilación de San Raimundo era considerada como la mejor colección de derecho canónico a la que los canonistas hacían referencia. 
3- En 1235 lo nombró obispo de Tarragona, a pesar de las súplicas del santo. Pero poco después el santo contrajo una grave enfermedad y el Papa le liberó del cargo a condición de que Raimundo propusiera un candidato apto.
Para recuperarse de su enfermedad, Raimundo volvió a Barcelona, su tierra natal. Allí fue recibido con gran gozo y se dedicó a la contemplación, la predicación y la confesión. Tanto la Santa Sede como el rey confiaron en Raimundo importantes trabajos.

General de la orden Dominica 
En 1238 llegaron a Barcelona los diputados del capítulo general de la orden dominica, que había tenido lugar en Bolonia, para anunciar a Raimundo que había sido elegido superior general, como sucesor de Jordano de Sajonia. Raimundo quiso resistir pero al fin aceptó por obediencia. Visitó a pie todas las casas de la orden sin disminuir en nada sus austeridades y prácticas. Inculcó a sus hijos el amor de la vida entregada en regularidad, del estudio, y de los misterios espirituales. Hizo una síntesis de las constituciones de su orden, anotando los pasajes dudosos. Tres capítulos generales aprobaron el nuevo código. En uno de dichos capítulos, tenido en Paris en 1239, Raimundo obtuvo que se aprobara la medida de aceptar la dimisión voluntaria de su superior, cuando ésta se fundara en razones justas. Al año siguiente, habiendo sido superior solo dos años, renunció al cargo. Su razón fue que había cumplido 65 años de edad. 
Vivió 34 años mas, los cuales empleó en la evangelización. Esclarecía la doctrina ante las herejías y buscaba la conversión de todos, tanto cristianos pecadores como judíos y musulmanes. Con este objeto, consiguió que Santo Tomás (dominico también) escribiera su Summa contra Gentes y obtuvo que se enseñara el árabe y el hebreo en varios conventos de su orden. Fundó un convento en Túnez y otro en Murcia, sur de España, que en aquella época estaba dominada por los musulmanes. En una carta al superior general en 1256 le informa que 10,000 sarracenos habían recibido el bautismo. Esto es cosa extraordinaria ya que este tipo de conversiones son muy escasas.
Introdujo la inquisición en Barcelona y mostró una gran caridad hacia todos.  

Los reyes Alfonso de Castilla y Jaime de Aragón visitaron a San Raimundo estando gravemente enfermo. San Raimundo murió en Barcelona el 6 de enero de 1275, a los 100 años de edad. Sus restos mortales fueron depositados en el Convento de Santa Catalina y, en 1838 fueron trasladados a la Catedral de Barcelona.
Ante su sepulcro se obraron milagros, algunos de los cuales fueron publicados en la bu
la de canonización en el año 1601.
Uno de los más conocidos cuenta que durante un viaje en el que acompañaba al rey Jaime a Mallorca, el soberano que era mujeriego, había prometido enmendarse, pero no había cumplido su promesa. En vista de ello, Raimundo le pidió licencia para partir a Barcelona; el rey no solo le negó, sino que amenazó de muerte a quien se atreviera a sacar al santo de la isla. Confiando en Dios, Raimundo dijo a su compañero: "Los reyes de la tierra pueden impedirnos la huida, pero el Rey del cielo nos dará los medios para ello". Acto seguido se dirigió al mar, extendió su túnica sobre las olas, ató un extremo de ella a un palo para que sirviera de vela y, haciendo la señal de la cruz, montó sin temor en aquella improvisada "barca". La milagrosa barca hizo en seis horas el trayecto hasta Barcelona, a sesenta leguas de distancia. Las gentes que vieron llegar al santo le recibieron con aclamaciones. Sin inmutarse por ello, Raimundo recogió su túnica, que estaba perfectamente seca, se la echó sobre los hombros y se dirigió a su monasterio. Una capilla y una torre fueron construidas en el sitio en que desembarcó.
   San Raimundo de Peñafort es patrón de los juristas, abogados, del Derecho Canónico, de los Colegios de Abogados y titular de la Orden de San Raimundo de Peñafort.

sábado, 4 de enero de 2020

EPIFANÍA DE LA ADORACION DE LOS MAGOS (6 enero 2020)

La epifanía (etimológicamente proviene del griego y significa «manifestación») es una palabra que alude en general a un acontecimiento religioso. El mundo cristiano celebra como epifanías tres eventos:
1) La Epifanía ante los Magos de Oriente y que es celebrada el día 6 de enero de cada año. Esta fecha aún es considerada el día de Navidad por la Iglesia armenia al no haberse ajustado al calendario gregoriano.
2) La Epifanía a San Juan el Bautista en el río Jordán.
3) La Epifanía a los discípulos de Jesús con el milagro de Caná, con el que Jesús inicia su actuación pública.
La Epifanía de los Magos de Oriente se refiere a la entrada de Cristo en el mundo, la cual se presenta como la llegada de un rey que viene a tomar posesión de su reino. En esta revelación Jesús toma presencia humana en la tierra y se da a conocer. 
El término epifania se usó inicialmente en Oriente para indicar la manifestación de Cristo en la carne y a continuación, a partir del siglo IX, para designar la fiesta de la revelación de Jesús al mundo pagano. Esta fiesta se sigue celebrando desde entonces el día 6 de enero. 
En la Epifanía del dia 6 de enero se recuerda como tres magos o sabios llamados Gaspar, Melchor y Baltasar llegaron desde Oriente para adorar la primera manifestación de Jesucristo como niño ofreciéndole como regalo oro, incienso y mirra (simbolizando la majestad, la sacralidad y la perpetuación ante la muerte respectivamente). En realidad, la Biblia no habla del número de los magos, o sabios, ni tampoco de sus nombres. Ha sido la tradición posterior la que ha identificado su número y nombres. En la actualidad los restos de los Magos descansan en la Catedral de Colonia (Alemania).
                                                     Los Reyes Magos
La Epifanía es una de las fiestas litúrgicas católicas más antiguas (más aún que la misma Navidad). De ella se sabe que en el siglo XV existía en Florencia la Compagnia dei Magi o Compagnia della Stella, una de las congregaciones más importantes de la ciudad, protegida por los Médici, que tenían una particular devoción por los Magos (les dedicaron la Capella dei Magi en su palacio -con frescos de Benozzo Gozzoli- y la Adoración de los Magos de Fra Angélico en la capilla de Cosme el Viejo en el convento de San Marcos). 
Esta hermandad simulaba cada tres años (desde 1447 cada cinco) el viaje de los Reyes Magos por las calles de Florencia, uno de los festejos más suntuosos de la ciudad toscana.
En algunos países este día es tradicional hacer regalos a los niños conmemorando los presentes que los Reyes Magos llevaron al Niño Jesús, según cuenta el Evangelio de Mateo.
En España, la tradición es que los niños escriban una carta a los Magos la cual se envía días antes del día de Epifanía. Posteriormente en la Noche de Reyes (noche del 5 al 6 de enero) se consume el roscón de reyes que contiene un haba (esta tradición puede remontarse a la época romana) y el que la encontraba era el rey de la reunión. En la actualidad el imperio de las casas comerciales han impuesto que una sorpresa en forma de figurilla corresponda al coronado, castigando al que recibe el haba a pagar el roscón.
En muchos lugares es también tradición dejarles algo de comer y beber (normalmente algún licor o vino, y dulces) a los Reyes Magos y a sus camellos. Los platos al día siguiente aparecen vacíos, y en su lugar aparecen los regalos.
El día anterior se realiza una cabalgata de Reyes Magos en diferentes lugares y ciudades de España donde aparecen los magos con los regalos que durante esa noche ofrecerán a los niños.

jueves, 2 de enero de 2020

CONOCIENDO A NUESTROS SANTOS: SAN BASILIO MAGNO Y SAN GREGORIO NAZIANCENO (2 enero 2020)

Memoria de los santos Basilio Magno y Gregorio Nazianceno, obispos y doctores de la Iglesia. Basilio, obispo de Cesarea de Capadocia (hoy en Turquía), apellidado “Magno” por su doctrina y sabiduría, enseñó a los monjes la meditación de la Escritura, el trabajo en la obediencia y la caridad fraterna, ordenando su vida según las reglas que él mismo redactó. Con sus egregios escritos educó a los fieles y brilló por su trabajo pastoral en favor de los pobres y de los enfermos. Falleció el día uno de enero de 379. 
Gregorio, amigo suyo, fue obispo de Sancina, en Constantinopla y, finalmente, de Nacianzo. Defendió con vehemencia la divinidad del Verbo, mereciendo por ello ser llamado “Teólogo”. La Iglesia se alegra de celebrar conjuntamente la memoria de tan grandes doctores.

miércoles, 1 de enero de 2020

SOLEMNIDAD DE SANTA MARIA MADRE DE DIOS (1 enero 2020)

La Solemnidad de Santa María Madre de Dios es la primer Fiesta Mariana que apareció en la Iglesia Occidental, su celebración se comenzó a dar en Roma hacia el siglo VI, probablemente junto con la dedicación –el 1º de enero– del templo “Santa María Antigua” en el Foro Romano, una de las primeras iglesias marianas de Roma.
La antigüedad de la celebración mariana se constata en las pinturas con el nombre de “María, Madre de Dios” (Theotókos) que han sido encontradas en las Catacumbas o antiquísimos subterráneos que están cavados debajo de la ciudad de Roma, donde se reunían los primeros cristianos para celebrar la Misa en tiempos de las persecuciones.
Más adelante, el rito romano celebraba el 1º de enero la octava de Navidad, conmemorando la circuncisión del Niño Jesús. Tras desaparecer la antigua fiesta mariana, en 1931, el Papa Pío XI, con ocasión del XV centenario del concilio de Éfeso (431), instituyó la Fiesta Mariana para el 11 de octubre, en recuerdo de este Concilio, en el que se proclamó solemnemente a Santa María como verdadera Madre de Cristo, que es verdadero Hijo de Dios.
En la última reforma del calendario –después del Concilio Vaticano II– se trasladó la fiesta al 1 de enero, con la máxima categoría litúrgica, de solemnidad, y con título de Santa María, Madre de Dios.
De esta manera, esta Fiesta Mariana encuentra un marco litúrgico más adecuado en el tiempo de la Navidad del Señor; y al mismo tiempo, todos los católicos empezamos el año pidiendo la protección de la Santísima Virgen María.
   La declaración de que la Virgen María es Madre de Dios partió del Concilio celebrado entre el 22 de junio y el 16 de julio del año 431 en Éfeso (Turquía). El Concilio de Éfeso fue el tercer concilio ecuménico de la iglesia cristiana y fue muy significativo por los decretos dogmáticos sobre la posición de la Virgen María en la jerarquía celestial y  la naturaleza de la encarnación de Jesucristo. Este Concilio fue convocado por el emperador romano de Oriente Teodosio II, con la aprobación del Papa Celestino I a fin de responder a las enseñanzas de Nestorio acerca de que María fuera considerada únicamente "madre de Cristo" y no "madre de Dios" (véase Nestorianismo). Después de largos debates se llegó a un acuerdo por el que se aceptaba oficialmente la denominación "Madre de Dios". El consejo también perfeccionó el dogma sobre los aspectos humanos y divinos de Jesús.
                          "Iglesia de Santa María (Efeso): El lugar del Concilio de Éfeso"